Wednesday, November 08, 2006

Nieve

Cae la nieve.
Viene del cielo cada copo con su historia,
Con un recorrido único,
Casi con memoria.

La nieve mueve el paisaje muerto
Y nos recuerda que existe el tiempo,
Que las horas están pasando,
Que no nos hemos congelado.

Cae la nieve y llega el cambio
Y el reloj sigue andando
Y el mundo se pinta de blanco
Y hasta el aire parece estar girando
Y hasta la vida se mueve

Pues cuando cae la nieve
En este pueblo abandonado,
Después de haber descansado un rato,
El tiempo mira hacia atrás
Y decide seguir caminando.

Friday, November 03, 2006

Carta para Mario

Te escribo hoy esta carta porque tú me enseñaste que las palabras son más poderosas que todo, hasta la muerte. Sería ilógico tratar de comunicarme contigo por otro medio o pensar que es imposible llegar a tí. Eso sería traicionar tus enseñanzas.
Tú me enseñaste a amar las palabras, a vivir por ellas, a dejar mi alma en el intento.
Todo empezó el día en que me pediste que consiguiera un cuaderno para escribir poesía. Yo tendría unos siete años. Lo primero que me dijiste al empezar la clase y lo que nunca pude creer, fue que escribiera con la letra que me gustara y los coleres que quisiera. Fue emocionante. En el colegio era obligatorio escribir en letra pegada, los títulos y subtítulos en rojo y lo demás en azul. De pronto, tú me abriste el mundo sólo diciéndome que ese cuaderno era mío.
Esa fue la primera definición de poesía que oí en la vida y la que hoy, diez años después sigue estando conmigo. Me mostraste que había algo en lo que los adultos no podían decirme que hacer y yo era libre por primera vez. Así fuera una niña, podía vivir por mí misma. Me mostraste que en algo, los límites empiezan donde termina mi imaginación. Cuando me entregaste ese cuaderno, adoré la poesía y la adoro y la adoraré siempre.
Después vinieron nuestras clases, una tras otra. Me enseñabas cada día algo nuevo sobre rima o sobre la vida. Yo te cambiaba tus cigarrillos por dulces de piña. ¡Qué dicha me daba no verte fumando nunca!
También me dejabas tareas. Eran las únicas que disfrutaba. Me ponías a hacerle versos a las arañas, a los elefantes, a lo que fuera. Yo los hacía. Nunca fueron tan buenos como los que tú hacías en segundos, pero yo esperaba poder ser como tú algún día, sacar versos de la nada.
Jugábamos con los poemas. Cuando más me divertía era cuando llevabas la guitarra para acompañar nuestros juegos. Jugábamos y no veía a qué horas se pasaba el tiempo. Nos reíamos. Cantábamos. Comíamos dulces de piña y jugábamos de nuevo. Jugamos hasta que un día me volví grande. Y dejamos de jugar...Pero la poesía me siguió acompañando siempre. Nunca estuve sola. Escribía poemas por todo. Cada día me gustaba más dejar mi corazón en el papel.
Tú me dijiste que tuviera siempre conmigo un cuaderno pequeño para no tener que escribir poemas en servilletas (mientras me mostrabas las servilletas garabateadas que cargabas en los bolsillos por no haber tenido antes la precauciones necesarias). La poesía no llega cuando sea conveniente, por eso tienes que estar preparada para recibirla, me decías.
Desde que me dijiste eso, he tenido todos los días un cuaderno en la cartera así me digan que cargo peso innecesario. No sólo he gastado un cuaderno, he gastado muchos llenándolos de las palabras que tanto amamos.
Así fuerno pasando los años, fui creciendo con la poesía como mi ángel de la guarda. Ya soy una mujer hecha y derecha ¿Puedes creerlo? La niña de siete años que conociste, en un mes tendrá 17. En poco tiempo me gradúo y voy a estudiar literatura, por supuesto. Sólo espero que en la universidad, recupere el don de jugar y ya no vuelva a perderlo.
Hoy gané un concurso intercolegiado de poesía en la Casa de Poesía Silva. Es tuyo, claro está. No sólo te agradezco por haberme enseñado a escribir poesía sino por haberme dado una razón enorme para vivir: el saber que siempre tendré un cuaderno que es mío.
Tu alumna y compañera de juegos,
María Gómez Lara