Sunday, January 28, 2007

Deja que se lo lleve el viento
Deja que se lo lleve el viento, por favor.
Deja que se lo lleve.
Deja que lo olvide el tiempo, por favor.
Deja que lo olvide.
Deja que se esfume en la memoria, por favor.
Deja que se esfume.
Deja que se agote su recuerdo, por favor.
Deja que se agote.
Deja que se desvanezca lentamente, por favor.
Deja que se desvanezca.
Deja tu amor a merced del viento, por favor.
Déjalo.
Deja que se muera tu ilusión, por favor.
Déjala.
Y si no se muere,
mátala.
Tu sonrisa
Tengo tu sonrisa tatuada en la memoria.
Ella se abrió paso.
Desplazó a las historias.
Venció a lo concreto.
Derrumbó el interés de la trama.
Mi vida consiste en recordarla.
En pasado.
Estática.
Una imagen suelta
que lo ocupa todo.
Crece.
Rebota.
Tu sonrisa junto a mi sonrisa rota.
Tu sonrisa detenida en el tiempo,
enemiga de todo movimiento,
me hace una estatua:
escenario de mí.
Un árbol inmóvil en mi consciencia.
Mientras mi cuerpo por la ciudad anda
tu sonrisa es lo único que alcanza.
Mientras la gente conversa,
mi mente se congela en tí.
En tu sonrisa.
Ya no sé por qué sonreíste.
No fue a mí.
Fue a la vida.
En mi alma está esa foto
llenadora.
Esa sonrisa que me desvía
del mundo,
que me hace caminar
sin caminar,
oir mi voz
en vez de hablar.
Vivir sin vivir.
Vivir al soñar
tu sonrisa.
Tal vez, si no es mucho,
vivir al soñar que sonrías.
Palabras insolentes

Cómo son de insolentes
mis palabras
que se atreven a describir la magia
y se atreven a soñar
que pueden igualarse al ventarrón que sacude
hasta el alma,
que tumba mis cimientos,
que demuele mi calma.
¿Cómo se atreven mis palabras
a enfrentarse con el viento?

Cómo son de insolentes
mis palabras
que pretenden acercarse
a la luna llena
cuando ella es la reina del cielo
con su propio ejército de estrellas.
Cuando ella y sólo ella
es la luz que hace que vea.
Cuando ella, la luna, está completa
mientras yo soy un fragmento
en la Tierra.
¿Qué diferencia hace
lo que yo diga o no diga?
¿Qué diferencia hace en esta noche
algo que no sea la luna llena?

Cómo son de insolentes
mis palabras
que intentan dibujar
el mar enfurecido,
que intentan entender
de las olas el sonido.
Cómo se atreven mis palabras
a querer descubrir los secretos
del océano profundo.
Nunca podrán seguirle el paso
a las aguas que recorren el mundo.

Pero qué hago
en esta noche perfecta
que no quiero que se lleve el tiempo.
Qué hago con mis ganas de conservarla
hoy que puedo vivirla
en vez de soñarla.
Qué hago con el miedo
de perder esta noche.
No puedo congelar el presente.
Qué puedo hacer si no
decir palabras insolentes.
Sin tiempo

Cuando sólo existe el mar,
el estallido de las olas
es lo único real.
Cuando el tiempo se ha esfumado
y el pasado no es pasado,
los minutos que he vivido,
las horas que me han dejado,
los segundos que me pesan
desaparecen, se alejan.

Sólo mido mi existencia
con las olas reventando,
con la cita interminable
de las olas y la arena
que se encuentran en secreto
y su cómplice es el viento
en esta historia de amor
que desaparece el tiempo.

Sin tiempo me siento libre.
No soy lo que fui.
Soy este momento.
No soy lo que he hecho bien o mal.
No soy yo.
Soy el sonido del mar.