Monday, November 05, 2007

Concierto


Ella tocó su violín hasta las últimas consecuencias,
Hasta dónde quiso su alma,
Hasta esfumar los límites de sus dedos
Para unificarse con la música,
Hasta que ya no cabía más pasión en esas cuerdas.

Ella se entregó completamente.
Cerró los ojos.
Se dejó transportar a otro cielo,
A uno bajo el que podía soñar sus sueños.

Él, sentado en una silla, junto a ella, la miraba
Mientras tocaba un acordeón acompañándola
Como si él mismo respirara
Al abrir y cerrar el acordeón,
Al apretar los botones,
Al llevar el compás con el pie,
Al perderse en esa melodía olvidada.

Ellos tocaron hasta que no hubo nada,
Hasta mitificar una esquina cualquiera
De una ciudad extraviada
Para después dejarla como estaba.

Ellos tocaron hasta dónde los llevó la vida.
Y se fueron.






Sunday, September 30, 2007

Colección de llaves

Detrás de la vitrina hay todo tipo de llaves. Pequeñas, grandes, de hierro, de oro. Algunas, incluso, habría que sostenerlas con las dos manos.

Ver tantas llaves me hace pensar a la vez en la idea del secreto y en la del descubrimiento. Hay algo inaccesible. Hay una curiosidad casi morbosa. Pero basta tener la llave para que el secreto se transforme en recuerdo. Solo con tener la llave, ese secreto se fusiona con el carácter de su poseedor y empieza a buscar su esencia para desde ese escondite, hacerlo único en el mundo.

Entonces es suficiente tener la llave. Todos los que tuvieron esas llaves fueron alguna vez únicos.

Tal vez, en el universo de todas y cada una de las personas hay una colección de llaves.
Soledades
Temo a la soledad
pero no tanto
como temo a la Soledad.

Temo a la soledad
de estar sola
pero no tanto
como a la soledad
de no acompañarme,
de no entender el lenguaje
de mi alma.

Temo a la soledad
de no tener con quien hablar
pero no tanto
como a la Soledad
de no escucharme,
de no conversar con mi intuición,
de dejarme ir
al dejar ir mi voz.

Sé que si a veces
no estoy sola,
voy a estar siempre Sola.
Por eso a fin de alejar
mis soledades
persigo momentos
en los que me pierda y me encuentre.
Me escapo por un tiempo
a algún lugar secreto
dónde no llegue nadie,
dónde solo a mí
se me ocurra buscarme.

Septiembre se va con la lluvia
Septiembre se va con la lluvia.
Se aleja caminando despacio
Mientras le pide a la lluvia que le cubra la espalda,
Mientras la deja aquí para reemplazarlo.

Septiembre se va sin apurarse pero sin mirar atrás
Sin dudar un segundo sus pasos,
Sin tambalearse al andar.

Septiembre se va sabiendo que se va para siempre.
Antes de él hubo muchos
Y después de él vendrán muchos más
Pero este septiembre no vuelve.
Éste se despide.
Se desvanece.

Septiembre se va y deja a su paso un viento helado.
Y soledad.
Y silencio.

Septiembre se va con la lluvia.
Septiembre

Quisiera encadenar a septiembre
para que no se me escape.
Quisiera guardar para siempre
sus días soleados,
su otoño apenas asomado.

Ojalá no se fuera septiembre.
Ojalá no me abandonara.
Ojalá yo pudiera mirarlo
y pedirle que se quedara.

Pero sobre todo,
decirle que me explicara,
cómo disfrutar sus días,
cómo no atormentarme
con el tic tac de sus pasos,
como huir de todo y de todos
para buscar a septiembre
y quedarme sola entre sus brazos.
Aprendiz de testigo


¿Qué esconderán las estrellas?
¿Por qué no puedo evitar deslumbrarme al mirarlas?
¿Por qué me siento tan tonta
al tratar de descifrarlas?

Será porque soy aprendiz de testigo.
En cambio ellas manejan el oficio
con la maestría del que ha practicado,
del que con los años ya no teme equivocarse
y trabaja con una mano atada
o con los ojos cerrados.

Yo, en cambio,
tengo la vacilación del inexperto,
del que torpemente
trata de respetar una técnica
que todavía no conoce,
de la que apenas percibe la silueta
y aún así se arriesga
a dibujarla entre las sombras
pero la mano le tiembla
al sospechar que la esencia
se le escapa.

El maestro
es el que logra desbaratar la técnica.
La reta.
La mira a los ojos
como diciéndole que no le tiene miedo.
Y es cierto.

No le teme porque de tanto adivinarla
ha conseguido verla de frente.
Bajo la luz adecuada,
él logra descifrar su misterio.
Ya conoce su punto débil.
Ya sabe como matarla.

Entonces yo puedo seguir diciendo
que para ser un testigo
hay que conquistar el silencio.
o tal vez, hay que perderse a sí mismo
en una especie de sueño.
O mejor: hay que estar más despierto que nunca
pero sin futuro ni recuerdos.

No importa.
Da lo mismo.
Las estrellas llevan siglos en su oficio.

Nunca seré como ellas
pero puede que mejore un poco al mirarlas.
Puede que incluso llegue
a intentar imitarlas.

Si me empeño lo suficiente,
si las miro con la atención
del que no entiende,
con la sorpresa del que no conoce,
con la avidez del que aprende,

tal vez me admitan entre ellas,
accedan a enseñarme
y me dejen ser su aprendiz de testigo.

En vez de ser una aprendiz cualquiera,
yo quisiera ser aprendiz de las estrellas.







Yo sé que llevo siglos sin poner nada en este blog pero he escrito demasiado últimamente. El problema es que la perspectiva de todo lo que tendría que pasar para tener todo en orden y al día me asusta entonces no empiezo. Por eso, decidí que si quiero desatrasar este blog algún día, lo mejor que puedo hacer es empezar a poner cosas de a poquitos y al azar. Por eso, perdonarán que vayan apareceiendo cosas sin orden aparente y que realmente no esté aquí todo lo que quisiera pero es lo único que se me ocurre para asignarle un destino a este blog y que no se muera con mi estadía en Paris.

Monday, June 18, 2007

Están todos invitadísimos al lanzamiento de mi libro de poemas, Preguntas para el azar. Presenta Federico Díaz-Granados.

Miércoles 20 de junio 7:00 pm. Casa de poesía silva: callle 14#3-41. Entrada libre.

Saturday, June 16, 2007

Camina
Camina. Camina hacia delante y no olvides nunca que todo pasa y todo llega. Recuerda que mientras no te rindas llegará el momento en que el tiempo empiece a trabajar de tu lado, en que ya no quieras contar las horas para que corran sino estancarlas, pedirles que te dejen exprimir cada segundo, cada posibilidad que guardan. Ya vendrá el momento en que persigas tus horas en vez de que ellas te persigan a ti.

Después de tanto caminar, llegarás a un punto en el que el camino se haga más ancho y menos tortuoso, en el que no tengas que mirar al suelo para evitar caerte sino que puedas disfrutar una vista de árboles y pájaros bajo la luz del atardecer. Ese día levantarás los ojos con admiración hacia la belleza que te rodea, hacia la placidez y plenitud que contiene el aire que respiras. Ese día entenderás que toda tu existencia, que todos y cada uno de los días que has vivido no eran más que una cadena de contribuciones para que llegara este momento, para que todos los caminos del mundo se cruzaran solo para que tú los recorrieras todos al tiempo y a la vez no recorrieras ninguno.

Ese día también entenderás que todas las etapas por las que has pasado, todos los obstáculos que has tenido que saltar y los problemas que has enfrentado, lo que has sufrido, lo que has aprendido, lo que has evolucionado, lo que has cambiado hasta el punto de no reconocerte en el espejo era simplemente el proceso que tenías que atravesar para convertirte en la persona que eres ahora: una persona fuerte y valiente, una persona sensible pero no tonta, que se esfuerza cada día por ver lo importante y que ahora sí está lista para aprender. En realidad, el camino empieza aquí.

Ese día ya llegó. Es hoy.

Wednesday, June 13, 2007


Café del Sol

Entro a Café del Sol y no quisiera volver a salir nunca,
Quisiera quedarme sola con mis nostalgias,
A la luz de las velas,
Acogida por la penumbra,
Al calor de la música
Que me recuerda mis historias y las historias que he inventado,
Al calor de los sueños que soñé
Y también de los cuentos que alguna vez me contaron.

Quisiera quedarme aquí,
Protegida por la certeza de no ser nadie,
De poder sentarme a tomar un café
Y leer para escaparme,
Y no responder preguntas
Y no oír voces conocidas
Y saber que nadie sabe dónde estoy
y que tampoco van a buscarme.

Nada como la certeza de haber escapado del mundo por un rato,
De haber escapado de lo que tengo que ser,
De las cosas que debo decir o lo que debo pensar,
De las conversaciones monótonas,
De las preguntas y respuestas predecibles,
De las ganas de salir corriendo para no regresar,
De mí misma.

Nada me tranquiliza tanto como dejar de ser María
Y ser una niña cualquiera que sale de un recital de poesía y tango,
Cruza la calle,
Entra a Café del Sol
Y pide un capuccino
Que se toma despacio
Mientras lee un libro viejo de algún escritor cubano,
Levanta los ojos de vez en cuando
Para tomar otro sorbo,
Mirar hacia todos lados y hacia ninguna parte,
Observar las botellas
Cuidadosamente acomodadas en un estante bajo la luz roja,
Mirar después el letrero de Café del Sol,
Volver los ojos al capuccino
Para que desemboquen en el libro otra vez.

Quisiera que Café del Sol se volviera mi universo,
Quisiera que el mundo entero se redijera a un espacio alargado,
No más de cuatro metros cuadrados y un pasillo,
Cinco mesas acomodadas al azar,
Una vela en cada una,
Unos espejos sin propósito aparente,
Varias botellas repartidas en las paredes,
Y algunas personas conversando en las mesas,
Otras con los ojos fijos más allá del horizonte,
Otras ojeando libros o escribiendo cartas,
Otras tarareando la música de fondo.

¿Por qué había de necesitar el mundo algo más que eso?
¿Para qué aumentar las posibilidades cuando en éste café está el número perfecto?
Son muchas pero no demasiadas para dejar entrar el miedo.
Son suficientes para sentirme libre
Pero no tantas para sentirme atrapada al descubrir que todo es posible
Pero yo no elijo nada.

Cada vez que entro a Café del Sol,
Tengo el impulso de quedarme ahí para siempre.
Siento que el tiempo no corre,
Que cada instante es eterno,
Que no hay motivos para apurarse
Y todo fluye.

Entonces algo de Café del Sol y miro el reloj.
He estado ahí veinte minutos.
Pero ya nací otra vez.
Ya puedo volver a ser yo.
Ya puedo volver a vivir después de haberme abandonado un rato
Mientras una niña desconocida se tomaba un café.











Monday, May 21, 2007

El polémico discurso de asamblea
En este colegio hay personas que usan la palabra “comunista” de manera despectiva, como un insulto. Hablo con todo el conocimiento de causa porque más de una vez se han referido a mí como “la comunista esa.”

Para saber qué me estaban diciendo, busqué en el diccionario. Comunista: Relativo al comunismo, partidario de este sistema. Comunismo: Sistema de organización político-social que propaga la abolición de la propiedad privada y el establecimiento de la comunidad de bienes. No sé si esta definición sea tenida en cuenta al calificar a alguien de comunista o si esta palabra haya cobrado un significado nuevo que yo no conocía.

Antes de viajar a Cuba, yo no tenía ni idea de lo que es ese país, de la magnitud de su cultura. La información que uno recibe está filtrada a través de la concepción del mundo de los que se la transmiten.

Han querido que crezcamos con la idea de que el comunismo es el demonio. Por supuesto, está claro que el demonio cambia de cara con el último grito de la moda. Antes, el demonio era comunista, de pelo largo, tal vez usaba una boina negra. El demonio también llegó a ser Escobar o Noriega. Ahora esos ya pasaron de moda, lo último en demonios es más bien árabe, con turbante en la cabeza y todo. Quién sabe si mañana nos despertemos con un demonio de ojos rasgados. También sucede que el demonio cambia de cara de acuerdo al lugar donde uno se encuentre. En La Habana por ejemplo, las pancartas que hay en cada esquina sobre el caso de Posada Carriles nos dicen que el demonio es Bush.

Nos han dicho que los cubanos están mal, que viven en la miseria, que el comunismo es un parásito para las sociedades sanas. Nos han dicho que para los cubanos salir del país es muy difícil porque el gobierno no quiere que vean otras opciones. Eso puede ser cierto pero no nos han dicho que para los ciudadanos americanos es ilegal ir a Cuba, tanto que al que le encuentren entre sus cosas una prueba de haber ido a Cuba, según me contó James, debe pagar diez mil dólares de multa. ¿No es eso también una forma de limitar la libertad? ¿No es una forma de impedir que los americanos se hagan su propia idea de los que es Cuba, que descubran por ellos mismos si en verdad es el infierno? ¿A qué le tienen miedo? En todo caso es cierto que muchos cubanos se quieren ir. Pero también es cierto que aquí en Colombia hay miles de balseros haciendo fila desde temprano en las embajadas de Estados Unidos y España para ver si se escapan ¿de qué? ¿De la falta de oportunidades?

Mi excursión de 11 no fue igual a la de mis compañeros porque yo decidí quedarme unos días más en La Habana para conocerla a fondo. Me quedé en casa de dos cubanas, amigas de una amiga de mi mamá, una de ellas profesora de literatura y su hija estudiante de derecho en La Universidad de La Habana. Haber estado con ellas no solo me mostró qué tan hospitalarias y tan cálidas pueden llegar a ser las personas sino que me dio una noción muy distinta del país, la que se gana estando en las entrañas de la cotidianidad misma de un lugar.

Ante todo, llegué sintiendo una profunda admiración por los cubanos. Me impresionó la vida cultural tan grande que tiene La Habana. Los libros son increíblemente baratos y por eso la gente lee mucho. En La Habana Vieja hay más de 20 museos y la entrada es casi gratis para los cubanos. En cada barrio hay un parque para los niños. Ir a la ópera en el Gran Teatro de La Habana que es tan elegante como el Teatro Colón de Bogotá no cuesta más de medio dólar. Todo el mundo tiene acceso a la cultura. Además la educación es totalmente gratis. Cualquier persona puede inscribirse a una carrera y tiene derecho completarla. No solo eso, también hay programas especiales para personas jubiladas que decidan estudiar otra carrera.

Esto lo aprendí cuando Idania, la dueña de casa, proveniente de una familia rica que lo perdió todo con la Revolución, me decía con lágrimas en los ojos que ella no tenía como pagar la alegría de saber que si ella estuviera enferma sus hijos igual podrían tener educación y salud y que si el hecho de que ella viviera justo con lo necesario contribuía a que otras madres tuvieran esa certeza, ella estaba orgullosa de hacerlo. También me contó que a su papá lo tuvieron 3 meses en coma en un hospital de La Habana. Él no tenía posibilidades de salvarse pero siempre hubo médicos pendientes de él y a ella no le cobraron un centavo ¿cuánto tendría que pagar un colombiano por eso?

Fue enorme la admiración por los cubanos que me produjo ver que han logrado que una isla de 11 millones de habitantes, bloqueada económicamente tenga la posibilidad de garantizar la alimentación, la salud y la educación de todos, por supuesto con limitaciones, viviendo exactamente con lo indispensable. Sin embargo, prueban que si se puede, que hay más de una opción. En cambio aquí, con todos los recursos que tenemos hay mucha gente que está mal de verdad y no tiene satisfechas sus necesidades básicas mientras nuestro gobierno se gasta la mayoría del capital en una guerra en la que la única ganadora es la muerte. Una cosa es tener la suerte de ser privilegiado como la tenemos nosotros y otra cosa muy distinta es ser uno de tantos colombianos que se levanta cada mañana sin estar seguro si va a poder desayunar o no, o uno de esos niños que tiene que trabajar porque no puede conseguir cupo en una escuela, o una de esas tantas personas que se mueren en las puertas de los hospitales porque el seguro no les cubre su enfermedad y como no pueden pagar, los médicos no las atienden. Es verdad: los cubanos no tienen Coca-Cola (aunque producen una gaseosa nacional llamada Tu Kola), no tienen Mc Donalds, no tienen grandes centros comerciales para pasar la tarde vitrineando, tampoco tienen nada que les sobre, tienen que privarse de muchas cosas y su libertad está bastante limitada.

Yo no sé cuál es la fórmula mágica para manejar un Estado pero sí se que los seres humanos tienen que ser la prioridad. Para la tranquilidad de muchas buenas conciencias no soy comunista porque desconfío de cualquier sistema que limite la libertad. Me parece que las personas tienen derecho a elegir el camino de su vida, a trabajar y ganarse privilegios, a mejorar sus condiciones a partir de su esfuerzo, a viajar y conocer otros mundos si así lo desean. Pero desconfío igualmente de los sistemas que no le den prioridad a la gente, que permitan que las personas se mueran de hambre, que no estén en igualdad de condiciones. En todo caso, la falta de oportunidades es otra forma de violentar la libertad porque una persona que no tiene educación ni salud no tiene muchas opciones para decidir qué hacer con su vida a parte de sobrevivir. Para que exista la libertad hay que tener unas garantías básicas, un punto de partida desde el que esa libertad se pueda ejercer. Por eso, tampoco estoy de acuerdo con el capitalismo desbordado porque limita la libertad en esta forma y también permite las injusticias.
Me adhiero al Papa Juan Pablo II cuando dice que el comunismo es abominable pero que el capitalismo salvaje también lo es. Hay hambre en África, cinturones de miseria y ningún sistema ha podido resolver estas injusticias, ni el comunismo, ni el capitalismo, ni la monarquía ni la religión católica.

Lo que no entiendo es por qué el mundo moderno ha planteado la justicia y la libertad como ideas opuestas. Ambas son básicas para garantizar la dignidad humana que es lo que más debería importarnos. ¿No deberían ir de la mano la justicia y la libertad? ¿No son ambas requerimientos básicos del ser humano? ¿Por qué sería aceptable sacrificar una por el bien de la otra?
Yo digo que eso no es aceptable ni tolerable y no se dentro de qué calificación quepa eso, no sé qué adjetivo me merezca. No tolerarlo puede sonar imposible. Pero lo posible o imposible lo inventamos nosotros, por eso, debemos ver que esto no es lo único, que se puede hacer algo, porque la humanidad es todo lo que tenemos, solo nos tenemos los unos a los otros. Me parece que el primer paso es considerar lo que dijo el Che Guevara, “Seamos realistas, exijamos lo imposible”




Saturday, May 12, 2007

Cartas




Las cartas conspiraron para venir a buscarme.
Llegaron de otras tierras
o de tiempos pasados.

Llegaron con sus voces
contando sus historias,
cada una tan distinta y tan mágica,
cada una tan nueva
que en vez de realidad parecía inventada.

Oí las voces nítidas
como si me hablaran mis amigos al oído,
como si en vez de cartas me enviaran un motivo
para seguir caminando,
para soñar cuando nadie sueña
y sobre todo para...
Esperar.

Esperar que el azar permita
que yo vaya a buscarlos
o que ellos me recojan en este rincón del mundo,
en este rincón del olvido,
en este rincón del hastío y del cansancio,
en este rincón donde ni la indiferencia
guarda palabras en los labios.

Sunday, April 08, 2007


Una gota de universo adentro


Me gusta cerrar los ojos
Para liberarme de este cuerpo.
Me gusta dormir un rato
Para apagar mis pensamientos,
Para descansar de mí,
Para confundirme con mis sueños.

A veces me desgasto
Siendo yo todo el tiempo.
A veces me aburren
Las voces en mi mente,
Las voces que no se apagan,
Que siempre están presentes,
Las voces que son gritos o suspiros,
Que no pueden convivir sin estrellarse,
Las que no me dejan oir
Las otras voces,
Las que lo ocupan todo,
Hasta el aire,

Las voces que hablan
De cosas imposibles,
Que me aconsejan en susurros
Hallar algo que no existe,
Que no sé dónde está
Ni dónde buscarlo,
Que no sé ni siquiera
Si valdría la pena encontrarlo.

Algo que no es para mí,
Que no pueden ver mis ojos.
Algo que no está aquí.
Está allá.
Al otro lado.
Donde mis piernas no me pueden llevar,
Donde yo, aunque quisiera,
No podría llegar.

¿Entonces qué pretenden
estas voces?
¿Encerrarme en un laberinto
de ilusiones?
¿Abandonarme dentro de mí misma
cuando no conozco el camino de vuelta,
cuando sé cómo entrar
pero de salir no tengo idea?

A veces me canso de ver el mundo
A través de estos ojos negros.
Quisiera verlo desde otros
Para descubrir otros secretos,
Para soñar otros sueños.

A veces me canso también
De caminar con este par de pies,
De ir a donde me lleven ellos,
Una y otra vez.
A veces quisiera cambiarlos
Para llegar a lugares extraños,
Para caminar a otro ritmo,
Para ocupar otros espacios.

A veces me aburren estas manos
Que hacen siempre lo mismo,
Que escriben los mismos versos,
Que pueden llegar a ser torpes,
Que no encuentran otras manos
Para entrelazar los dedos.

A veces me aburren estos brazos
Que no encuentran a quién abrazar
Y que cuando a algo se quieren aferrar
No son suficientemente fuertes.

A veces me aburren estos labios
Que dicen palabras confusas,
Que no logran ser sabios
Porque dicen mucho
O no dicen nada
Pero les cuesta encontrar
Las palabras adecuadas.

A veces me cansa este pelo
Que refleja el caos
Que tengo adentro,
Que no me deja ocultar
Lo perdida que me encuentro
Pues no sé dónde está mi vida
Me pierdo entre mis sueños.

A veces me cansan estos oídos
Que no oyen lo importante.
Por más que estén atentos,
Hay días que pierden el instante.

A veces me canso de mí,
Después de tanto tiempo
De vivir conmigo.
Entonces cierro los ojos
Y así
Escapo de mi cuerpo,
Logro esconderme
Hasta de lo que pienso,
Logro dejar de ser yo
Y me fundo con el universo.

Justo cuando despierto,
Recuerdo que puedo hacer parte de todo
Si me olvido,
Que de alguna forma el mundo está en mí
Y yo estoy en el mundo,
Que incluso siendo así,
Incluso desde este cuerpo
Que no es bueno ni malo, es,
Yo puedo descubrir tal vez
Que tengo un gota de universo adentro.
No puedo obligarte a quererme

No puedo obligarte a quererme.
No puedo secuestrar a tu almohada
Para que al menos ella me recuerde.
No puedo gritarle a tu ventana
Que me mire cuando te asomes.
No puedo robarme tu mirada
Si ella en otros lugares se pierde.

No puedo amenazar a tus oídos
Para que oigan mis palabras.
No puedo arrancarle a tu boca
Mi nombre,
No puedo arrancarle ni siquiera
La sensación de que me llamas.

No puedo forzar tus manos
Para que tomen las mías.
No puedo forzar tus brazos
Para que me abracen.
No puedo dirigir tus pasos
Para que me sigan .
No puedo robarme tus labios.
No puedo raptar tu sonrisa.

No puedo infliltrarme en tu mente
Y engañarla para que me piense.
No puedo hacer ningún truco
Para lograr que me recuerde.

No puedo entrar a tu corazón,
De noche,
Caminando despacio en las puntas de mis pies,
Deseando que adentro una vez
Me deje quedar un rato
Y así me haga salir después
Yo sepa que al menos entré,
Que al menos lo ví,
Que al menos me acerqué un poco a tí.

No puedo hacerlo, sin embargo,
Porque la puerta está cerrada.
No puedo entrar en tu vida
A mano armada.

Por más que me duela aceptarlo,
Queriéndote yo tanto,
No puedo romper tu ventana.

Debo saber
Que de tanto buscarte
Acabaré por perderme.
Cueste lo que cueste,
Debo tener bien claro
Que no puedo obligarte a quererme.

Monday, March 19, 2007


Sola con tu hueco


No puedo recordar

en qué pensaba antes de pensarte

ni qué veía mientras caminaba

sola por la calle.


No sé tampoco

qué llenaba mi silencio.

Pues ahora solo tú lo habitas,

pero ¿quién lo ocupaba antes de tí?


A qué me dedicaba

cuando tú no estabas,

en qué gastaba mis horas,

de qué conversaba con mi almohada.


Qué hacía cuando no te traía aquí

de tanto recordarte,

cuando no te sentía así,

cuando no se me iba el tiempo en amarte.


Quién limitaba conmigo.

Quién se difundía con mis fronteras antes.

Quién se hacía parte de mí

por sentirlo siempre, a cada instante.


Quisiera saber qué había

en el vacío que dejaste.

Estaba vacío y yo no sabía

o te abriste tu espacio a codazos

en mi adentro.


Pudo haber sido para ocuparlo

pero fue para dejarlo luego,

para irte

sin que yo pudiera seguirte

y dejar el hueco abierto,

para dejarme aquí pensando

de qué podría llenarlo,

para dejarme sola con tu hueco.


Trato de recordar

qué había en mí cuando tú no existías,

en qué pensaba yo,

qué ocupaba mis días.


Necesito recordarlo.

Recuperarlo.

Pensar en eso.

Hacer eso

a ver si logro estar viva sin tí,

derramar algo en mi cuerpo.

A ver si logro decir por fin

que he llenado tu hueco.

Mañana


Llevo tantos años viviendo mañana

a partir de promesas de ayer.

Llevo tantos años asomada a la ventana

buscando algo que nunca ha venido.

pero siento que va a volver.


Por qué será que existo mañana

así vea mi cuerpo hoy.

Mañana empiezo.

Mañana seguro habrá tiempo.

Mañana seré valiente.

Mañana prometo no caerme.

Mañana sí seré fuerte.

Mañana lograré buscarte

o encontrarme.

Mañana alzaré la frente.

¿Por qué será que mañana acapara mi presente?


Hoy no pude.

No es que no pueda.

Claro que puedo.

Tengo todo el día mañana.


Un día es mucho tiempo:

suficiente para dar un paso

y así, todos los días después de mañana

serán como los he soñado.


Me acuesto hoy con la ilusión de despertar mañana.

Al otro día descubro sorprendida,

justo al abrir los ojos,

que es hoy todavía:

acabo de aplazarme otra vez,

acabo de postergar mi vida otro día.




Sunday, March 18, 2007


Un centímetro después de la piel


Las cosas que se dan,

se conservan para siempre.

Las que se dejan ir

no se van.

Siempre vuelven.


Dar sin esperar es vivir por alguien.

Olvidarse.

Abandonar por un segundo el egoísmo.

Pensar por un instante

que no somos lo único existente,

que hay algo más allá de nuestras fronteras,

de nosotros.


Allá, a lo lejos, está el mundo,

está la vida,

están los otros.


Allá, un centímetro después de la piel,

todo vuelve a nacer,

se desenmascara,

se deja ver como es.

Solo hay que dar un paso

o un salto.

Tomar vacaciones de esta piel.

fusionarse con el cielo azul.


Allá, justo al salir de mí,

estás tú.

Saturday, March 03, 2007

Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas.

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan (no lo saben, lo terrible es que no lo saben), te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de tí mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obseción de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comprar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Instrucciones para dar cuerda al reloj
Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Un par de alas


Digo una palabra.

Digo otra.

Hablo con el alma.

Cuento una historia.


Vivo de repente.

Simplemente

entre mis poemas y mi gente.

Despierto como si no hubiera dormido,

como si siempre hubiera sido,

como si ciega no hubiera estado,

como si hubiera existido sin haber soñado.


Despierto y nazco de nuevo.

Despierto y descubro mi secreto.

Descubro que vivo para romper el silencio,

que no respiro aire sino versos.

Descubro que yo misma soy un cuento.

Descubro que no existo sino siento.


Despierto, entiendo, reacciono.

Soy un poema.

La realidad se me vuela.

No importa si me desvanezco en un sueño,

si me caigo por mirar al cielo.

Solo importan mis palabras

pues vivo porque escribo.

Escribo y persigo un par de alas.

Preguntas para el azar


¿Será que nos debemos

un duelo de otro tiempo?

¿Será que entre usted y yo

todavía está escondido un secreto?

¿Será que lo ofendí un día

y no me acuerdo?


Dígame, por favor, que le he hecho.

Dígame por qué me pone trampas,

por qué cuando hay cosas

que pueden o no pasar,

a mí me pasan.


Quiero saber qué le debo.

Yo pago lo que sea necesario.

Hago lo que me pida

pero juegue de mi lado de vez en cuando.

Déjeme respirar un poco.

No me siga cuando no lo llamo.


Sería bonito si a veces me ayudara,

contribuyera a alegrar mi día.

Pero si no, yo me conformo

con que no me ataque,

con que no apunte hacia mi vida.

¿Estaría bien azar?

¿Podríamos llegar a un acuerdo de paz?

Leo en voz alta


Leo en voz alta

para matar el silencio,

para sentirme acompañada,

para recordarme que aquí estoy a pesar de todo,

que no me ido,

que soy yo y estoy conmigo.


Leo en voz alta

para no oir mis secretos,

mis angustias,

mis anhelos.


Leo en voz alta sobre todo,

para no oir mis pensamientos,

para no dejarme atormentar por ellos,

para no enloquecerme,

si les creo,

para no dejar que me confundan,

para tranquilizarme,

para que ellos no alimenten

mi rabia ni mi tristeza

para que no me obliguen a hacer algo

de lo que después me arrepienta.


Leo en voz alta

para quedarme sentada,

para no salir corriendo.

Irme.

Aunque no quisiera hacerlo,

leo en voz alta porque es más conveniente,

oir mi voz que oirme.

Sunday, February 25, 2007


De tu talla


Ojalá pudiera moldear mis manos

para que encajaran en las tuyas.

Ojalá pudiera moldear mi cuerpo

para que cupiera entre tus brazos.


Ojalá pudiera yo apurar mis pasos

para darlos a tu ritmo.

Ojalá cambiaran de color mis ojos

y combinaran con tus ojos infinitos.


Ojalá mi pelo se ordenara un poco

para no contaminarte con mi caos

para que no se enredara entre tus manos.


Ojalá fuera mi piel menos morena

para no desentonar con la tuya tanto.


Ojalá pudiera yo escribirte un buen poema.

Ojalá se colaran en tus oídos mis palabras.

Ojalá fueran ellas más fuertes.

Ojalá fueran ellas más sabias.

Ojalá mis palabras a tí se ajustaran.


Ojalá pudiera yo sintonizar

mi alma con la tuya,

vibrar a la misma frecuencia

pertenecer a tu historia.


Pero estas son mis manos,

estos son mis ojos y estos son mis pasos.

Este es mi cuerpo

y mi pelo en caos.

Esta es mi piel morena.

Estas son mis palabras.

Esta, que se desarma por tí,

es mi alma.

Ojalá pudiera yo moldearla.

Ojalá todo mi ser,

se volviera de tu talla.







Tú flotas en mi silencio



Eres como el viento.

Sé que etás aunque no estés.

Sé que vienes y vas.

No te veo pero te siento.


Tú flotas en mi silencio.

Vuelas desde muy lejos.

Me cuentas un secreto.

Después te vas de nuevo.


Pasas por mi cielo como una estrella fugaz.

Te veo por un segundo

y luego ya no estás.

Cierro los ojos para recordarte.

Los abro y te me vas.

Los abro y te me pierdes.

Yo te busco pero tú desapareces.


No me queda sino imaginarte.

Dejar que te difundas en mi mente.

Dejar que vueles libremente,

que rompas el silencio cuando quieras,

o soñar que vengas a visitarme,

soñar que te veo atravesar el aire.


Puede que tú nunca hayas venido,

que yo me haya dedicado a inventarte,

que nunca hayas flotado en mi silencio,

que la causa de todo esto

sea que ya no dejo de pensarte.



Ni santo, ni héroe, ni mártir




Debí haber sido un santo

en otra vida

para merecer tu luz

que me ilumina.


Debí haber sido muy buena

antes

para merecer que cada día

me levantes,

para merecer tu sonrisa

al despertarme.


Debí haber salvado a alguien

para merecer tu voz

cada mañana,

tus brazos que me abrazan,

tus manos que me cuidan,

tu ser que me acompaña,

tus ojos infinitos,

tus palabras sabias.


Debí haber sido un héroe

legendario.

Debí haber cuidado a todo un pueblo

para merecer lo que me cuidas,

la seguridad que irradias,

las historias que me cuentas,

las canciones que me cantas,

las cosas que me enseñas,

la forma en que me abrazas.


Debí haber sido un mártir

para merecer la vida

que me diste

y sobre todo,

la vida que me das,

que renuevas cada vez

que hablas,

que completas cuando me llamas.


Mi suplemento permanente

de vida

es que estés presente.

Cada día que soy tu hija

me hace estar más viva

que el anterior.

Con diez y siete años de tí,

ya no me cabe la vida en el corazón,

ya tengo muchos siglos por delante

y no hago otra cosa que adorarte.


Tú me das vida.

Tú eres mi ángel.


Ni santo, ni héroe, ni mártir,

es suficiente

para merecerte.

No hay nada que pueda haber hecho

para que sea justo

el privilegio de tenerte.

No me queda sino agradecerte

una y mil veces,

recordarte que te amo.

No me queda sino quererte, mamá.


A ritmo de tambores

Tu corazón retumba
a ritmo de tambores.
Todos bailamos
al compás de tus vibraciones.

Tu existencia es música
de fiesta,
de la que transmite
que la vida,
sí vale la pena.

Música espontánea, alegre,
con la que es imposible
quedarse sentado,
música que nos mueve
al mundo de lo soñado.

Sin tu música, Fede,
nos quedamos inmóviles
esperando que esto empiece,
esperando que la casa despierte,
esperando que tú regreses.

Ahora por fin vuelves,
y vuelven tus canciones,
por fin bailaremos
a ritmo de tambores.
Por fin se va este silencio
prolongado
que será reemplazado por tí:
la música que tanto adoramos.

Thursday, February 08, 2007



Un café


Es posible suponer

dónde empieza un café.

Nadie puede saber

dónde termina.



Es posible inventarlo

por su olor,

imaginarse su sabor

dulce y amargo

pero nada se compara

con probarlo.

Nada se compara

con un sorbo de café

entre los labios.


Es posible pensar

tocar la taza con las manos,

recorrerla lentamente

como si fuera un abrazo.

Alargar lo más posible

ese momento mágico.


Lo más difícil de todo,

sin embargo,

es soñar un café

con alguien que quiero y me quiere.


Pensar que empieza aquí.

En esta mesa.

Frente a frente.

Y termina...

Quién sabe.

En un suspiro,

en otro mundo,

en el lado opuesto del abismo.


Este café hay que probarlo.

Reírlo o llorarlo.

Prolongarlo.

Sentirlo atravesar el cuerpo.

Un café con un amigo

hay que conversarlo.


Thursday, February 01, 2007

Este poema es para Federico Díaz-Granados, de cumpleaños. Gracias por tus palabras.

Palabras Invaluables

Las palabras se las lleva el viento, dicen.
Hay unas que son tesoros irremplazables.
Entre esas las palabras que se pierden en el aire:
las de la pasión por los detalles.

Están también las de sabiduría:
las palabras que se ensanchan en el tiempo,
que atraviesan lo más hondo del silencio.

Por qué no las palabras de consuelo
que arrancan una sonrisa,
que llevan a emprender el vuelo.

Qué tal las que se arraigan en lo sueños:
las palabras que apuntan hacia el cielo.

Ni hablar de las palabras de lealtad:
las que custodian los secretos,
las que más que sonidos son silencios.

Y también las palabras de consejo:
las que muestran el camino cuando éste se va lejos.

Todas estas son palabras invaluables,
las palabras de un amigo,
las palabras de un maestro.
Estas palabras, Federico, tus palabras,
nunca se las llevará el viento.

Sunday, January 28, 2007

Deja que se lo lleve el viento
Deja que se lo lleve el viento, por favor.
Deja que se lo lleve.
Deja que lo olvide el tiempo, por favor.
Deja que lo olvide.
Deja que se esfume en la memoria, por favor.
Deja que se esfume.
Deja que se agote su recuerdo, por favor.
Deja que se agote.
Deja que se desvanezca lentamente, por favor.
Deja que se desvanezca.
Deja tu amor a merced del viento, por favor.
Déjalo.
Deja que se muera tu ilusión, por favor.
Déjala.
Y si no se muere,
mátala.
Tu sonrisa
Tengo tu sonrisa tatuada en la memoria.
Ella se abrió paso.
Desplazó a las historias.
Venció a lo concreto.
Derrumbó el interés de la trama.
Mi vida consiste en recordarla.
En pasado.
Estática.
Una imagen suelta
que lo ocupa todo.
Crece.
Rebota.
Tu sonrisa junto a mi sonrisa rota.
Tu sonrisa detenida en el tiempo,
enemiga de todo movimiento,
me hace una estatua:
escenario de mí.
Un árbol inmóvil en mi consciencia.
Mientras mi cuerpo por la ciudad anda
tu sonrisa es lo único que alcanza.
Mientras la gente conversa,
mi mente se congela en tí.
En tu sonrisa.
Ya no sé por qué sonreíste.
No fue a mí.
Fue a la vida.
En mi alma está esa foto
llenadora.
Esa sonrisa que me desvía
del mundo,
que me hace caminar
sin caminar,
oir mi voz
en vez de hablar.
Vivir sin vivir.
Vivir al soñar
tu sonrisa.
Tal vez, si no es mucho,
vivir al soñar que sonrías.
Palabras insolentes

Cómo son de insolentes
mis palabras
que se atreven a describir la magia
y se atreven a soñar
que pueden igualarse al ventarrón que sacude
hasta el alma,
que tumba mis cimientos,
que demuele mi calma.
¿Cómo se atreven mis palabras
a enfrentarse con el viento?

Cómo son de insolentes
mis palabras
que pretenden acercarse
a la luna llena
cuando ella es la reina del cielo
con su propio ejército de estrellas.
Cuando ella y sólo ella
es la luz que hace que vea.
Cuando ella, la luna, está completa
mientras yo soy un fragmento
en la Tierra.
¿Qué diferencia hace
lo que yo diga o no diga?
¿Qué diferencia hace en esta noche
algo que no sea la luna llena?

Cómo son de insolentes
mis palabras
que intentan dibujar
el mar enfurecido,
que intentan entender
de las olas el sonido.
Cómo se atreven mis palabras
a querer descubrir los secretos
del océano profundo.
Nunca podrán seguirle el paso
a las aguas que recorren el mundo.

Pero qué hago
en esta noche perfecta
que no quiero que se lleve el tiempo.
Qué hago con mis ganas de conservarla
hoy que puedo vivirla
en vez de soñarla.
Qué hago con el miedo
de perder esta noche.
No puedo congelar el presente.
Qué puedo hacer si no
decir palabras insolentes.
Sin tiempo

Cuando sólo existe el mar,
el estallido de las olas
es lo único real.
Cuando el tiempo se ha esfumado
y el pasado no es pasado,
los minutos que he vivido,
las horas que me han dejado,
los segundos que me pesan
desaparecen, se alejan.

Sólo mido mi existencia
con las olas reventando,
con la cita interminable
de las olas y la arena
que se encuentran en secreto
y su cómplice es el viento
en esta historia de amor
que desaparece el tiempo.

Sin tiempo me siento libre.
No soy lo que fui.
Soy este momento.
No soy lo que he hecho bien o mal.
No soy yo.
Soy el sonido del mar.