Monday, December 25, 2006

Este es un cadaver exquisito que hicimos Andrés, Juli y yo.

Cadaver exquisito

Al calor del vino los que se han olvidado se reconocen entre sí.
Al final, sólo existían los ojos, las miradas que se volvían una sola y difuminaban los límites hasta que eran irrelevantes.
Entonces, cuando los relámpagos empezaban a bailar en el telón de fondo de mi ventana supe que esto no es más que una cueva oscura, y que las estrellas y la luz son sólo trazos de algo desconocido que nos está prohibido.

Saturday, December 23, 2006

Una noche de resistencia a los suspiros

Por qué no logro apagar mi mente
en esta noche de insomnio.
Por qué siguen sin abandonarme
los pensamientos encontrados.
Por qué si apenas puedo
escribir en la penumbra
brillan tan nítidos los destellos de pasado,
las chispas de recuerdo,
los rayos de ilusiones,

las luces lejanas con mirada propia:
tres pares de ojos verdes,
dos pares de ojos miel,
dos pares de ojos negros
y uno de ojos azules
iluminan mi alma cuando ella misma
como mi cuarto está oscura
por las palabras no dichas,
por el tiempo perdido,
por los abrazos olvidados,
por el ejército de suspiros
que quiere hacerme una de ellos.

Si no fuera por los ojos de mi gente,
Yo ya sería un suspiro.
Un suspiro permanente
de esos que vuelan a todos lados
y nunca tocan el presente.
De esos que se renuevan cada segundo,
que mueren y nacen con otro viaje
al mundo de los sueños,
al mundo del que los suspiros son dueños.
El Regalo

Me siento a pensar en tu regalo.
Un regalo no es una cosa.
Es un pedacito de alma que se entrega.
Es un antiguo recuerdo hecho sorpresa.
Es una tarde de risas
o una noche de confidencias
con envoltura de colores.
¿Qué más es un regalo que
compartir ilusiones?

Por eso, lo que está aquí no es un regalo.
Es algo que quiero darte.
El regalo lo encontré implícito en el aire.
Espero que esto te guste.
El regalo siempre ha sido tuyo.

Sunday, December 03, 2006


Podría decirse que las huellas en la arena se borran con la tormenta… Es lo más lógico y lo menos cierto. Las huellas en la arena son permanentes aunque no lo parezcan. No lo digo por la imagen física de la huella… A ella sí la borra el agua salada… Lo digo por las personas que han caminado por la playa, por las historias que se han nutrido de los atardeceres rojos, de los días soleados, de las noches de luna llena... Cada paso se vuelve parte de la playa. La complementa, la renueva, la modifica, la enriquece, le da vida, la acompaña de ahí hasta siempre. ¿Qué sería de la playa sin sus huellas?

Las vidas que se entrelazan con el murmullo de las olas de fondo, dejan de ser recuerdos para volverse castillos de arena. Sí, castillos de esos que todos construimos alguna vez con una bandera en la torre más alta, castillos de esos en los que todos escondimos nuestros sueños, castillos que protegimos con una muralla.... Tal vez el error está en que cuando crecimos y nos volvimos personas maduras, responsables, “hechas y derechas”, pensamos que nuestros castillos los había derrumbado el agua.. Pensamos, como es lógico, lo que vimos con los ojos de la razón. Nos dejamos engañar por esos ojos y cerramos los del alma, los que teníamos tan abiertos
cuando éramos niños dispuestos a descubrir el mundo sin prejuicios.
Si abrimos los ojos del alma, los castillos están siempre presentes, siempre poderosos después de la tormenta, siempre indestructible su muralla. Si abrimos los ojos del alma, las huellas en la arena son eternas.

Saturday, December 02, 2006

AMIGOS A FUEGO LENTO
¿Qué tesoro hay más grande
que un par de amigos sinceros?
¿Qué es más cercano al cielo
que cocinar con ellos?
¿Qué otro momento es
simplemente perfecto?
Mientras cada uno hace su parte,
oímos música,
picamos tomates,
hacemos el postre y conversamos,
reímos un poco y desocupamos los estantes.
Cada de detalle tiene una pizca de magia
al cocinar con amor que se contagia.
Cada bocado lo hemos sazonado nosotros:
una cucharadita de cada uno
y una taza de eso que nos une:
la dicha de estar con los otros.
Dejamos cocinar a fuego lento
nuestros sueños.
A fuego lento
el futuro al que lleguemos
o los problemas que enfrentamos.
A fuego lento
eso que somos y eso que algún día seremos.
Lo que ha de venir que venga.
Pase lo que pase.
Sople o no sople el viento.
Siempre podremos tener
una noche de amigos a fuego lento.

Wednesday, November 08, 2006

Nieve

Cae la nieve.
Viene del cielo cada copo con su historia,
Con un recorrido único,
Casi con memoria.

La nieve mueve el paisaje muerto
Y nos recuerda que existe el tiempo,
Que las horas están pasando,
Que no nos hemos congelado.

Cae la nieve y llega el cambio
Y el reloj sigue andando
Y el mundo se pinta de blanco
Y hasta el aire parece estar girando
Y hasta la vida se mueve

Pues cuando cae la nieve
En este pueblo abandonado,
Después de haber descansado un rato,
El tiempo mira hacia atrás
Y decide seguir caminando.

Friday, November 03, 2006

Carta para Mario

Te escribo hoy esta carta porque tú me enseñaste que las palabras son más poderosas que todo, hasta la muerte. Sería ilógico tratar de comunicarme contigo por otro medio o pensar que es imposible llegar a tí. Eso sería traicionar tus enseñanzas.
Tú me enseñaste a amar las palabras, a vivir por ellas, a dejar mi alma en el intento.
Todo empezó el día en que me pediste que consiguiera un cuaderno para escribir poesía. Yo tendría unos siete años. Lo primero que me dijiste al empezar la clase y lo que nunca pude creer, fue que escribiera con la letra que me gustara y los coleres que quisiera. Fue emocionante. En el colegio era obligatorio escribir en letra pegada, los títulos y subtítulos en rojo y lo demás en azul. De pronto, tú me abriste el mundo sólo diciéndome que ese cuaderno era mío.
Esa fue la primera definición de poesía que oí en la vida y la que hoy, diez años después sigue estando conmigo. Me mostraste que había algo en lo que los adultos no podían decirme que hacer y yo era libre por primera vez. Así fuera una niña, podía vivir por mí misma. Me mostraste que en algo, los límites empiezan donde termina mi imaginación. Cuando me entregaste ese cuaderno, adoré la poesía y la adoro y la adoraré siempre.
Después vinieron nuestras clases, una tras otra. Me enseñabas cada día algo nuevo sobre rima o sobre la vida. Yo te cambiaba tus cigarrillos por dulces de piña. ¡Qué dicha me daba no verte fumando nunca!
También me dejabas tareas. Eran las únicas que disfrutaba. Me ponías a hacerle versos a las arañas, a los elefantes, a lo que fuera. Yo los hacía. Nunca fueron tan buenos como los que tú hacías en segundos, pero yo esperaba poder ser como tú algún día, sacar versos de la nada.
Jugábamos con los poemas. Cuando más me divertía era cuando llevabas la guitarra para acompañar nuestros juegos. Jugábamos y no veía a qué horas se pasaba el tiempo. Nos reíamos. Cantábamos. Comíamos dulces de piña y jugábamos de nuevo. Jugamos hasta que un día me volví grande. Y dejamos de jugar...Pero la poesía me siguió acompañando siempre. Nunca estuve sola. Escribía poemas por todo. Cada día me gustaba más dejar mi corazón en el papel.
Tú me dijiste que tuviera siempre conmigo un cuaderno pequeño para no tener que escribir poemas en servilletas (mientras me mostrabas las servilletas garabateadas que cargabas en los bolsillos por no haber tenido antes la precauciones necesarias). La poesía no llega cuando sea conveniente, por eso tienes que estar preparada para recibirla, me decías.
Desde que me dijiste eso, he tenido todos los días un cuaderno en la cartera así me digan que cargo peso innecesario. No sólo he gastado un cuaderno, he gastado muchos llenándolos de las palabras que tanto amamos.
Así fuerno pasando los años, fui creciendo con la poesía como mi ángel de la guarda. Ya soy una mujer hecha y derecha ¿Puedes creerlo? La niña de siete años que conociste, en un mes tendrá 17. En poco tiempo me gradúo y voy a estudiar literatura, por supuesto. Sólo espero que en la universidad, recupere el don de jugar y ya no vuelva a perderlo.
Hoy gané un concurso intercolegiado de poesía en la Casa de Poesía Silva. Es tuyo, claro está. No sólo te agradezco por haberme enseñado a escribir poesía sino por haberme dado una razón enorme para vivir: el saber que siempre tendré un cuaderno que es mío.
Tu alumna y compañera de juegos,
María Gómez Lara

Friday, October 06, 2006

Quiero contarles que estoy muy feliz porque gané el concurso intercolegiado de poesía que organiza la Javeriana y la Casa de Poesía Silva. Aquí están los dos poemas que leí allá por si alguien tiene curiosidad.

Escapar del tiempo

Detener una imagen
Que parece perfecta,
Para internarse en un mundo
Libre de fronteras.

Ver que las olas,
El agua y el cielo
Con tantos colores
Igualan un sueño.

Olvidar para siempre el tiempo
Y así vivir un segundo eterno.
Saber que la realidad se pierde
Cada vez más pequeña
Mientras más alto vuelo,
Cada vez más lejana
Mientras más fuerte grito
Que prefiero morirme
Antes que volver al tiempo.
Si me faltas tú

Si me faltas tú,
Me faltan las manos
Para escribir mis versos,
Me faltan los labios
Para decir te quiero

Si me faltas tú,
Me faltan los ojos
Para ver más lejos
Y los oídos
Para oír silencios

Si me faltas tú,
Me faltan los brazos
Para abrazar fuerte,
Me falta todo
Si no estas presente

[Si me faltas tú
Me faltan las piernas
Para correr rápido,
Para ir a buscar
Lo que he soñado]

Si me faltas tú
Me falta la risa,
Me falta la alegría
Si me faltas tú
Me falta la vida
Si me faltas tú, me falto yo.

Monday, October 02, 2006

TANGO

Con todo mi amor, silvi, te regalo este Tango. No es como el que tu bailas pero igual que éste, viene del corazón. (No te lo imprimo todavía porque le faltan algunas correcciones, pero lo puedes ver acá mientras tanto)


Silvia desapareció de repente. Un segundo antes, estaba frente a mí, con sus ojos verdes, su pelo negro y crespo, su metro cuarenta y siete de estatura, vestida con su uniforme del Nueva Granada. Era extraño verla en un lugar así. Verla es un decir, porque en las dos horas que estuve en el café de tango no podría asegurar a ciencia cierta que hubiera visto algo. No supe si ví algo en la penumbra, si las sombras que se dibujaban erean reales o un simple truco de mi mente. La luz bailaba mejor que todos los bailarines juntos. Nos regalaba un par de destellos. Daba una vuelta. Se filtraba por la coca-cola que me estaba tomando. Me recordaba así que estaba presente, pero no lo suficiente para iluminar un poco, para dejarme pensar en lo que estaba viendo.

Se respiraba melancolía. Las personas tenían caras empapadas de recuerdos. No era tristeza. Eran memorias de lo bueno que se acabó. Parecía que fueran al café de tango para aliviar su soledad. Para dar y recibir afecto desinteresado. Para quitarse la mitad de su propio peso y compartir la alegría con alguien sin necesidad de responder preguntas. Muchas de las miradas se perdían en el horizonte. Traté de descifrar algo a partir de los ojos de las personas que pasaban en frente de mi mesa. No pude. Ellos estaban ahí en cuerpo presente pero sus ojos parecían perdidos en otro lugar y en otro tiempo. A pesar de todo, el café es cómplice y familia, es un oasis de la vida cotidiana. Cualquiera saca a baliar otro y otro baila y se entrega sin buscar intenciones ocultas como se haría tal vez en otro momento. Me distraje tratando de descubrir cómo era posible que dos sentimientos tan contradictorios como la melancolía y la seguridad se volvieran uno en este sitio, que no me dí cuenta en qué momento Silvia ya no estaba en frente de mí.

Ella se elevó en el aire. Un hombre de 1.80 de estatura, aproximadamente de 22 años, con el pelo recogido en una cola de caballo, la cogió de la cintura, de un lado y la levantó rápidamente. De un segundo a otro, los ojos de Silvia estaban a la altura de los suyos. En ese momento noté que él también tenía los ojos verdes. Bueno, eso parecía. La verdad es que la luz jugeteaba con los ojos de ambos. Los cambiaba de verde a café sincronizadamente. Aprovechaba las miradas que intercambiaban de tal manera que era muy fácil pensar que estaban enamorados, o por lo menos, que se dacían algo con los ojos.

Él la sostuvo levantada sólo un segundo. Sin embargo, pareció un segundo eterno. El tiempo no se detuvo, desapareció mientras se miraban a los ojos. Ese segundo sin que pasara nada era la fuente de todo lo que podría pasar de ahí en adelante. Ese segundo contenía las emociones: el combustible necesario para el baile.

La bajó lentamente. Mientras llegaba al piso, ella levantó la pierna izquierda doblando la rodilla, y se inclinó hacia adelante. Puso sus manos alrededor del cuello de él. La forma como aterrizó demostraba que no iba a ser capaz de sostenerse sola. Iba a esamblarse a él, a confiar en él, a saber que no iba a caerse así dejara ir su cuerpo: él la sostendría. Apenas ella tocó el piso, empezó la música. Ella bajó lentamente la pierna que tenía levantada. Hizo un par de figuras con la punta del pie mientras dejaba que el la abrazara más fuertemente, que la asegurara contra el peligro de la gravedad misma.

De ahí en adelante, el baile fluyó solo. No parecían dos sino uno en un abrazo con la música. Ellos no manejaban sus cuerpos sino que parecían poseídos por un amor que no les cabía en el corazón.

Eso es amor. No puede tener un nombre distinto. Cuando bailaban tango, se apoderaba de ellos un enamoramiento intenso, profundo, sincero, libre de tiempo: experimentaban la eternidad por tres minutos, volaban más allá de sus propios límites.Las palabras están prohibidas en el tango. Son barreras. La comunicación en este baile es tan fuerte, que el lenguaje sencillo y cotidiano de las palabras la encierra y termina por romperla. Esa conexión (más que comunicación), es como el mar: enorme, no se puede embotellar en palabras o conceptos porque pierde su esencia, esa totalidad mágica.

Cuando bailaban tango, se difuminaban sus límites hasta el punto de no saber hasta dónde llegaba uno y dónde empezaba el otro. La clave del tango es ser uno con otro en un solo abrazo. Es desentenderse del yo y dejar que exista simplemente el nosotros. Es entregarse totalmente. Si se reservan una pizca de ellos para ellos, el baile pierde su gracia. Como confíaban tanto que se perdían a ellos mismos, estaban bailando tango.

Otra cosa que no se permite es pensar. No dudan sobre hacia dónde dar el siguiente paso o sobre si lo están haciendo bien o mal. No se preocupan por lo que vayan a decir de ellos. Sólo sienten al otro. No mirarn abajo para ver qué va a hacer después. Adivinan el paso antes de que lo de y lo dan al tiempo, no con anticipación ni como reacción. No piensan: así permiten que pase la energía de otro, que les transmita su sentir más hondo con el lenguaje más poderoso que existe: el del corazón. Si le miran a los ojos, ellos se lo dirán todo. Si se dejan llevar por la música, por la otra persona, por su cuerpo, si sólo logran apagar su mente, si sólo dejan que el tango haga lo suyo, no sólo bailarán, sino que bailará libre la fusión de sus almas.

Mientras duran los tres minutos de tango, se enamoran de su pareja como es imposible enamorarse en otra situación. Llegan a conocer lo más hondo de su ser, sin máscaras, sin prejuicios, sin palabras, sin el mundo haciendo contrapeso. Cuando llegan por vía directa al espíritu de alguien, a su esencia, no tienen más remedio que amarle...

Apenas se termina el tango, ambos vuelven a ser desconocidos. Tal vez, ni recuerden el nombre de la persona con la que tan profundamente se conectaron. Tal vez no sepan dónde vive ni a qué se dedica ¿Pero qué importa si han visto su alma? ¿Qué más necesitan saber?
Más tarde, al preguntarle a Silvia quién era él, me respondió:
-No sé, es la primera vez que lo veo.

Es que cuando ya no están bailando, cada uno vuelve a su vida como si nada. Recupera sus actividades y se recupera a sí mismo, recupera su individualidad que divide el mundo entre el yo y lo otro. Cae de cara contra la realidad, y debe seguir existiendo sólo en un mundo lleno de prejuicios, de muros, de mentiras, de palabras... Así permanecerá hasta que la música regrese, hasta que resuene en los corazones, hasta que empiece de nuevo el tango…

Wednesday, September 27, 2006

Todavía no entiendo por qué sigo manteniendo viva la esperanza de alcanzar el sol rojo de un atardecer en la playa. Es como un sueño irracional que he tenido desde siempre, desde que tengo memoria de haber visto un atardecer. Sé que puede sonar infantil, probablemente loco, pero qué hago para evitar desear esa luz profunda, tan reveladora que parece custodiar los secretos del universo y tenerlos escondidos como si nada.

Thursday, September 21, 2006

Monólogo de una pluma de plata

Esto es lo primero que escribo con mi pluma de plata. Desde hace mucho tiempo había estado en mi escritorio, la veía todos los días, me tentaba a escribir algún poema con ella, pero no era capaz. La cogía, alistaba el papel, pero volvía a ponerla en su sitio. Esa pluma significa tanto para mí, que me daba miedo usarla, dañarla, quitarle algo de su magia.

Pero hoy me decidí. Sólo quiero estrenarla. Sólo quiero sentirla deslizarse libre por el papel. Por una vez, quiero que mi pluma escriba sola, que diga lo que ella tiene que decirle al mundo, mejor dicho, lo que quiere decir mi mano sin consultarle a mi cabeza; sin preguntarse si esto será bueno o será basura, sin querer gustarle a nadie, mostrar los pensamientos aterrizados, cuerdos, y correctos que pasan por mi cabeza, o esperar que alguien me diga ¡qué bonito escribes! o ¡tienes futuro! Por eso, sólo quiero que mi pluma escriba sola, ella que es como yo quisiera ser algún día: libre de prejuicios. Por eso, mi pluma es más sabia que yo. Por eso mi pluma si es parte de mundo. Como es. Completo. No del mundo que mi cabeza ha inventado.

Así pues, desde este mismo instante, esto no lo escribe María, lo escribe la pluma de plata.

¿Qué sería del mundo sin los sentimientos encontrados, sin las contradicciones ambulantes, sin los sueños que parecen absurdos y son los más reales, sin las pasiones, sin la gente cuyo motor es hacer algo no por llegar a una meta o lograr reconocimiento sino porque su vida no tiene sentido sin ese algo y el amor que le tienen?

¿Qué sería del mundo sin la magia? Esa que esconde un atardecer, una rosa, o cualquier cosa vista desde el alma ¿Qué sería del mundo sin los amores imposibles? ¿Sin las personas que se conforman con amar sin ser amadas, con entregar simplemente, no por recibir sino por dar? Hay personas que los llaman bobos, pero los que se entregan son lo que viven de verdad. Son los que viven para siempre pues dejan algo de ellos en los corazones que visitan.

¿Qué sería del mundo sin los pocos que se levantan todos los días pensando en alguien que no sabe que existen? Sin embargo, nunca están tristes. Todo lo contrario. Están dichosos por el simple hecho de que alguien perfecto (no porque sea realmente perfecto sino porque ellos lo quieren), alguien a su juicio mágico, viva. Y no sólo eso, sino que ellos hayan tenido el privilegio de verlo pasar o, simplemente la conciencia de que en alguna parte del mundo, no importa cuál, esa persona está empezando un nuevo día.

¿Qué sería del mundo también sin los amores correspondidos, sin las almas gemelas? ¿Sin la gente que ve por los ojos de otro, que respira porque otro está respirando? Sí, aunque parezca loco, eso todavía existe, lo digo yo: una pluma de plata sin prejuicios.

Digo también: ¿Qué sería del mundo sin las familias? ¿Sin las madres y los padres que hacen lo que sea por sus hijos, que les leen cuentos, que se quedan despiertos en la noche esperando a que lleguen, que son sus mejores amigos, que literalmente, entregarían su vida por ellos? ¿Qué tal sin los hermanos que son cómplices y ángeles de la guarda? ¿Sin los primos, tíos, abuelos, sin este ejército enorme de personas incondicionales?
¿Qué sería del mundo sin los amigos? Esos cómplices locos, que cuentan chistes, tocan guitarra o dan buenos consejos, que irían con nosotros hasta el fin del mundo por ser compañeros de risas y de lágrimas?

¿Qué sería del mundo sin la risa? ¿Sin reírse hasta llorar y perder el control de la vida, hasta que esté la noción del tiempo desaparecida? ¿Sin dar una buena carcajada de esas que nos resuenan en el alma, mucho mejor si es tan fuerte que también rompe las ventanas?

¿Qué sería del mundo sin el arte? ¿Sin vivir otra vida al ver una película? ¿Sin sentir la piel erizándose por un buen poema? ¿Sin que una canción se infiltre hasta el último centímetro del cuerpo o un buen cuadro llegue a las fibras del corazón? ¿Qué sería del mundo sin esos sentimientos tan fuertes que se cuelan entre la piel?

Muchas personas dicen que el mundo está cada vez peor, que los seres humanos son malos por naturaleza, que nada tiene sentido porque igual todo vive para morirse algún día. Yo en cambio, digo: ¿qué sería del mundo sin el mundo, sin esos detalles que parecen sencillos y son tan bonitos, tan completos, tan profundos?

Saturday, September 02, 2006

Silencio

¿Qué fue de ti?
¿Cuándo te volviste silencio?
¿Dónde te busco?
Dime dónde estás que no te encuentro.

He buscado debajo de las piedras
Tu expresión al mirar las estrellas.
He desocupado los cajones
Por encontrar tus conversaciones
He vaciado mi maleta
Por tu misteriosa sonrisa a medias:
Esa que sólo yo vi,
Y ya no sé si la soñé
O existió y fue para mí.

Hasta busqué
Debajo de mi cama tus palabras
Pensé que tal vez podría hallarlas.

Debajo de mi almohada
Quería encontrar tu alma,
Tu corazón enorme,
Tus sueños, tu mirada.

Revisé una y otra vez mi ropa
A ver si ahí dejaste tus abrazos,
Esos que me hacían sentir segura,
Esos que hacían volar mi llanto.
Pregunté por ellos en la calle.
Como era de esperarse nadie sabe.

- ¿Ha visto usted un abrazo sincero?-
- Esta niña busca un lucero-
-No, señor, un abrazo sincero-
- Ve a buscarlo entre los recuerdos.-

Busqué entre mis recuerdos y ahí estabas
Siempre vivo, siempre presente,
Siempre asombrado, siempre sonriente.
En mis recuerdos me recordabas,
Es más, te sorprendías cuando me hablabas.
Ahí encontré tu sonrisa que si era mía.
También vi tu corazón, tu alma, tu voz, tu mirada.
Ahí encontré hasta tus abrazos,
Siempre tan sinceros, siempre tan cercanos.
Todo esto está en una cajita: mi depósito de ti.
Pero ¿qué hago si no estás aquí?

Por eso quiero preguntarle al silencio
¿Qué hizo contigo?
Si es que te mató,
¿Acaso te disparó con un suspiro?

Monday, August 21, 2006

¡Feliz Cumpleaños Juli!

Esto te lo había escrito para ponerlo el día de tu cumpleaños pero hasta ahora tengo computador. Más vale tarde que nunca.
Juntas hemos compartido
Un millón de momentos
Luchar es lo que has hecho para salvarme
Irradias luz dondequiera que te pares
Aún cuando no te veo, estás presente como la brisa
Nunca has dejado de ecucharme
Andas por la vida compartiendo tu sonrisa
Por estas y muchas razones más, quiero aprovechar para decirte ¡Feliz Cumpleaños! para agradecerte por haber sido siempre incondicional, por haberme regalado un poco de tu tiempo, para desearte lo mejor en la vida, y sobre todo, para decirte que aquí tienes una amiga que te adora y va a estar ahí siempre que la necesites.

Tuesday, August 08, 2006

Simple
La vida es mucho más simple de lo que nos la pintan. Hay personas que dicen que la felicidad es una suceción de comparaciones: siempre existirá algo mejor que lo que uno tiene y cuando se conozca esa otra cosa lo que uno tiene deja de valer la pena. Así lo van complicando poco a poco hasta que la felicidad se vuelve totalmente inalcanzable, un ideal absurdo, una escala de perfecciones cada vez más complejas que son sólo descifrables por la ilusión y no por el día a día.
Yo en cambio pienso que la felicidad consiste en disfrutar lo sencillo de la vida. Ahí está la complejidad verdadera, la que vale la pena, la habilidad de descubrir lo invaluable que puede ser un paseo con los amigos, tener una familia, leer un buen libro, oir una buena canción, ver un bonito atardecer. La vida es eso: momentos, sólo momentos. Por eso, no podemos dejar que soñando con lo mejor y perfecto que tendremos algún día, se nos vayan lo momentos, se nos vaya la vida sin darnos cuenta cuándo.

Tuesday, July 25, 2006

En las entrañas de la Tierra
Cuando entres a la cueva no vas a ver tu mano ni porque la tengas a dos centímetros de la cara y vas a sentir los murciélagos aunque no puedas verlos, me dijo Alejandro con ojos de entusiasmo. El pánico era más fuerte que mi voluntad. Sin embargo, entré. Era cierto: no veía nada. Tenía miedo. Me aferraba con fuerza a la mano de Paula, que me estaba guíando. Me aferraba también a su voz, sobre todo a eso, a la sensación de que no estaba sola aunque así lo sintiera. No sabía en qué momento podría golpearme la cabeza contra el techo de la cueva, entonces doblaba hasta más no poder la espalda y las rodillas. Me dolía todo. Alcancé a llorar del dolor pero seguí avanzando y cuando no podía más empecé a gatear. Percibí que mis manos estaban embarradas aunque no pudiera verlas. Nunca había sentido tanta angustia e impotencia al mismo tiempo.
Cuando al fin llegué, se me entrecortó la voz tratando de responderle a Alejandro como estaba. Pero no importa Mari, ya llegaste, me dijo. Me cogió de la mano y aunque no viera nada, sentía que él me estaba protegiendo. Me sentó en el suelo. Yo tenía los zapatos inundados. Estaba inundada hasta los huesos. Miraba para todos lados. Abría y cerraba los ojos pero daba exactamente lo mismo. Cuando ya estaba acostumbrada a la oscuridad, empecé a llorar. El sentirme completamente perdida y sola me daba un vacío que me drenaba el alma, como si cada cosa que me hacía fuerte, que me hacía presente se estuviera esfumando.
No es el miedo a la oscuridad exterior, pensé mirando a mi alrrededor; es el miedo a la oscuridad interior lo que siento. Si las luces se apagan, uno tiene ojos para darse cuenta. Pero si el alma se apaga, uno puede seguir andando así no esté viviendo. Irradien luz, nos decían mientras a mi me aterraba sólo dudar si por dentro tengo o no tengo luz para irradiar. Entonces qué hago al imaginar la posibilidad de que por los últimos 16 años y medio me haya hecho daño, me haya subestimado, me haya encargado de que mi vida sea justamente lo que yo no quiero que sea. De qué me serviría tener cosas buenas si fuera invisible, si nadie las notara nunca. El problema estaría (o está, eso todavía no lo tengo claro) en mí.
¿Y ahora cómo hago para ser luz? ¿Podré lograrlo algún día?
Hubo una reflexión muy bonita donde todos dijimos por qué queremos ser luz mientras prendimos cada uno una vela. Desde que se prendió la primera vela, cambió completamente el sentimiento general. Ya nadie estaba solo. Había 100 personas sentadas juntas en un cueva, conectadas espiritualmente por el deseo compartido de ser luz.
Yo por ejemplo, dije que prendía esa vela por mi hermano, por que lo adoro y me va a hacer mucha falta. Eso es cierto, aunque hubo algo que yo quería decir y no dije porque sonaba demasiado tonto: yo prendo esta vela por el simple hecho de prender una vela. Eso es justamente lo que sentía. Yo quiero ser luz, sólo para poder ser luz, es decir, para darme a los demás completamente, para iluminarme e iluminar cuando es necesario notar las cosas que son importantes y no dejar de darles prioridad, para no dejarme engañar cuando el camino más fácil se disfraza de correcto, para lo que sirve una luz: para ver. Pero la luz que quiero prender es para ver siempre claro con los ojos del alma.
Después de la reflexión, Alejandro me sacó de la cueva. Yo nunca me había sentido demasiado cercana a él, pero en ese momento, algo me transmitía que lo hacía con cariño, era una conexión nueva, diferente a la cotidianidad, una seguridad que se transmitía directamente de una persona a otra. Por una vez en la vida, me dejé ayudar, me sentí segura aún estando indefensa.

Sunday, July 23, 2006

Carta para El Sabio
Un sabio no es alguien que tenga muchos conocimientos aunque tu los tengas todos. Un sabio es alguien que sabe. Saber es más que conocer, es vivir lo que se conoce. Sin embargo, no es sólo saber cosas concretas, es entender la vida. Es estar más allá de tantos errores que las personas cometemos y estamos condenadas a repetir sin darnos cuento porque corremos en círculo.
Un sabio en cambio, camina pausado pero en línea recta. No se deja afectar por el afán de la vida moderna. Sabe que lo que hay es tiempo cuando las cosas se hacen con cuidado. Sabe que lo que hay es éxito cuando las cosas se hacen con amor.
Un sabio no es alguien que habla mucho para mostrar sus conocimientos y llamar la atención. Aunque los demás sepan menos que él, está dispuesto a esucharlos, a discutir con ellos de igual a igual. Un sabios gasta su tiempo conversando con una niña de 16 años que no entiende nada.
Cada vez que un sabio habla, le da a todos una lección de vida. Dice cosas simples pera tan profundas que le cambia la vida a los que lo oyen, les toca el alma, les muestra algo sobre ellos mismos que ni ellos habían visto. Le enseña como es el hombre, como es la vida. Lo más bonito de todo es que no necesita hablar para enseñar cosas. Enseña con su vida, con su presencia. Se hace notar sin decir una palabra, se hace sentir y extrañar porque irradia luz.
Gracias por haberme enseñado un millón de cosas. Gracias porque con tu presencia me has convertido en una mejor persona, en una más completa. Te quiero mucho. Para mí tu no eres un sabio, para mí tu eres El Sabio.

Friday, July 21, 2006

Remolino de sueños
Un remolino de sueños me mueve por dentro.
Miles de ilusiones que giran con el viento
me sacuden, se estrellan con las paredes de mi cuerpo.
Un puñado de caras, unos cuantos recuerdos
vuelan veloces también en el remolino de sueños
donde orbitan con fuerza un par de abrazos sinceros,
reparadores te quiero que auyentan la tristeza,
las manos de un ángel, un sabio y un hermano
que se extienden hacia mi como siempre lo han estado
y le hacen compañía a algunas nuevas manos.
Tengo tantos sueños que siento que reviento.
Estoy hinchada de pasión, de hacer las cosas con esfuerzo,
de ponerles corazón, de meterles sentimiento.
Tengo las ganas de luchar hasta el cuello.
Me invade el deseo de creer que puedo.
Voy a intentar lo imposible.
Voy a soñar en grande.
Pues sin un sueño gigante
no sé para qué se vive.
De amor construiré mi sueño.
También de los poemas que escribo cuando me desvelo.
Mi sueño olerá a canela, a clavo y a flores frescas.
Sabrá a chocolate dulce con almendras.
Parecerá un atardecer después de la tormenta.
Se oirá como las olas estallando contra la arena.
Admito que sueño despierta.
Acepto que mi alma tiembla,
que se mueven los cimientos de la tierra,
que el remolino me llena,
que tengo un sueño muy loco,
tanto que vale la pena.

Friday, June 23, 2006



Solo quería felicitar a la graduanda porque eso de graduarse del Colegio Los Nogales es mucho mérito. Igual, terminas una etapa muy importante de tu vida pero empiezas otra, una que sé que te gozarás muchísimo. Ya te veré yo, toda importante, toda filósofa. Ya veré que cuando te llame estarás tomando una clase de metafísica o de lógica en la Nacional mientras yo seguiré encerrada en el salón de Alex. Pero cuando eso pase, me alegraré infinitamente por ti. Me alegraré porque estaré segura de que estás haciendo lo que te gusta, de que estás aprovechando ese potencial inmenso tuyo, esa inteligencia que tanto admiro y ese carisma, esa solidaridad para convertirte en una gran filósofa, no digo en una gran persona porque eso ya lo eres juli. No te deseo suerte porque no la necesitas, tu ya tienes todo para lograr lo que quieras. Por eso, me sentaré aquí a esperar, a estar siempre lista para acompañarte en tus muchos éxitos. Te adoro mi graduanda hermosa, me vas a hacer mucha falta.

Monday, June 19, 2006

Dado que mi trágico fin de semana causó bastante gracia, aunque a mi no me encante la idea de recordarlo, he aquí algunas cosas claves, por si se quieren reir otro rato.

  1. La lora loca que sólo hacía 3 cosas: reirse como desquisiada, gritar ¡Viva el Partido Liberal! y ¡Lorita quiere cacao! Cabe resaltar que estos desagradables y agudos ruidos nunca paraban, incluidas altas horas de la noche (después pregunten por qué no pude dormir). Además, la lora llamada Rebeca no estaba en una jaula como es debido sino que revoloteaba libre por la casa por eso existía la alta probabilidad de que en una visita nocturana al baño uno oyera que algo le revoloteaba cerca y luego un par de vivas al partido liberal en el oído.
  2. La avioneta enclenque en la que me tocó viajar que se sacudía violentamente como si fuera a caerse en cualquier momento con sacudidas y vacíos bastante peligrosos pero tranquilis que sólo enfrentamos un ligera turbulencia decía el piloto.
  3. La visita al cementerio que ya la describí en el post anterior
  4. El calor infernal y mis largas horas parada en frente del ventilador sin lograr dejar de sentir un calor insoportable.
  5. No comí nada durante el fin de semana, porque los platos que me sevían eran bastante "peculiares" y después que mi tío gordo le dijera todo el tiempo a mi papá, esa hija suya está enferma o por qué no come, hagale que eso es salud.
  6. Mi abuela no tenía ni idea quien era yo entonces estuvo todo el fin de semana tratando de que sacaran a esa "muchachita" de su casa.
  7. Mi abuela además no oía nada entonces gritaba incoherencias como ¡Alfoncito si me tiraba los teteros en la cara! Lo peor de todo es que como ella no oye entonces nunca notó el daño psicológico que su lora estaba ocasionando en todos nosostros.
  8. La vieja sin cejas que me apretó la cara como por un minuto y después dijo "Esta tiene hasta cara bonita, lástima que sea morena, ya está arruinada"
  9. El hecho de que nadie en el pueblo supiera que es una coca-cola y mucho menos light.
  10. Tener que andar en una patruya de policía porque no había más carros en todo el pueblo y además que toda la gente se asomara a las ventanas sólo para gritar ¡Ahí va el doctor!
  11. Los dos platos soperos de agua de panela más pan, 3 tamales, morcilla, chunchullo y otras partes de los animales que ni sabía que existía que todo el mundo veía como un desayuno simple.
  12. Descubrí una prima que es idéntica a mí solo que con 40 kilos más
  13. Que todos pensaran que yo tengo problemas por estar leyendo y le dijeran a mi papá en secreto tratando de que yo no me diera cuenta "Alfoncito, ya mandó revisar a esa niña, mire que por allá leyendo en vez de conversar con nosostros. Apuesto a que ni siquiera sabe como cuidar un burro."
  14. Las explosiones que sonaban a cada rato, especialmente de noche y que nunca logré saber que las causaba. Mi papá me quería hacer creer que eran sólo carros pasando.
  15. Las serenatas periódicas de rancheras que le llevaban a mi papá personas que él no tenía idea quienes eran a altas horas de la noche y yo tratando de neutalizarla oyendo un poco de jazz con audífonos. Lo que pasa es que fue duro eso de tapar la voz de gallo del mariachi.
  16. El borracho como de 60 años que estuvo todo el tiempo afuera de la casa amenazando al policía con romperle la cabeza con una botella de vidrio y gritando cada tanto ¡Alfonso Gómez, papi, aquí está tu hijo perdido!
  17. Las filas interminables de señoras en la puerta de la casa esperando pedirle un favor a mi papá.
  18. Lo llena que estaba la casa todo el tiempo y los tíos que parecían como cavernícolas tratando de hacerme comer quién sabe que cosa y hablando en su dialecto que quien sabe que dicían sobre mí.
  19. La mesedora que me pusieron para que leyera en la terraza se desfondó y me pegué bastante duro
  20. En fin, un fin de semana maravilloso, qué bonitos recuerdos.

La última lágrima
Al sentir un olor a chorizos asados desde el cemnterio, me volteo para ver de donde viene. Para mi sorpresa, es de un bar que queda justo en frente al cementerio llamado "La última lágrima." Trato de salir del cemnterio, primero veo a una señora que tiene unos jeans como tres tallas màs pequeños, una camisa amarilla y mucho maquillaje que parece corrido por las lágrimas. Todavía conserva el rojo encendido de los labios aunque toda ella está desgastada, acabada. Tiene el pelo recogido y una capul con volumen que uno podría pensar que tiene vida propia. Sus ojos están hinchados, rojos. Buenas tardes doctor, que milagro que viene por acá, le dice a mi papá mientras trata de enderesarse un poco.
¡Piedra, papel o tijera! gritan dos niñas al mismo tiempo. Le gané, no me venga a decir ahora que no va explorar esa tumba, así habíamos quedado. La más pequña mira a la que parece su hermana con ojos de pánico, sale corriendo y se pierde de mi vista entre el cementerio. Cuando salgo del cementerio, entro al bar a comprar un poco de agua. El nombre del bar está bajo un aviso de coca-cola. Lo primero que veo es un señor sentado en una mesa de afuera. Está vestido como un campesino típico: todo de blanco, incluyendo el sombrero con un machete colgando de la cintura. Mira sin mirar. Tiene los ojos fijos en el horizonte, como viendo algo que ya no es de este mundo. Parece una estatua. Apenas se mueve para tomar un trago de la botella de aguardiente que tiene sobre la mesa.
En la mesa de al lado, hay un grupo de cinco mujeres tomando y ríendo. La que está hablando me llama la atención. Lleva el pelo suelto, aretes largos y una camisa verde tan escotada que permite ver la rosa que tiene tatuada en el pecho. Para mi sorpresa, al lado de ella está sentada la mujer de camisa amarilla, pero ahora luce feliz. ¡Pero préndame la rocola, que al fin me libré del imbécil de mi marido! le grita al cantinero justo antes de tomar un trago de aguardiente. El cantinero obedece y empieza a sonar un ranchera mal sintonizada, cosa que alegra bastante a las demás señoras de la mesa.
Dentro del bar no hay casi nada: el cantinero que además vende galletas de queso, un par de mesas y una vieja máquina de casino. Hay un borracho tirado en el piso. Se acerca al policía que va con mi papá y le dice: lléveme a la cárcel que por lo menos allá puedo dormir. Me enteré despué que era el sepluturero.
Ya la gente le tiene cariño al bar que contrdictotiamente es uno de los más alegres de pueblo. Antes de salir oigo a un señor que le grita a un amigo ¡No se preucupe que si se muere mi compadre aquí venimos y le lloramos una última lágrima!

Friday, June 09, 2006


A falta de amor: chocolate
Este es el último de la caja enorme que encontró en su casa. Tiene en el centro una almendra, rodeado de chocolate suave con un poco de canela como decoración. Se lo acerca a la boca despacio, sentada en la esquina más alejada de su cuarto, a oscuras. Es Domingo y son las 5 de la tarde. Ni siquiera se ha bañado. Lleva así todo el día, en la misma esquina con las cortinas cerradas, comiendo un chocolate tras otro, llorando, pero no desesperadamente, sus lágrimas brotan despacio, sin afán, como si las fuera a saborear poco a poco, igual que a cada uno de sus chocolates. Tal vez, los usa para amortiguar el sabor amargo de las lágrimas…

Su pelo es como una masa enorme: cada rizo vuela libre por su lado. Está despeinada, fea. Tiene puesta una sudadera vieja que cuando era vanidosa no se hubiera perdonado ni mirar ¡Pero a quién le importa! Al final está sola, no la va a ver nadie. Que importa si no tiene el blower, si no usa esas camisas descotadas y faldas largas que llevaba siempre, si no huele a flores frescas, si sus labios no brillan, si no tiene tacones ni joyas, que importa que sea fea, si para nadie hace diferencia.

Mira de nuevo el chocolate que tiene en la mano; siente como un par de lágrimas se deslizan traviesas por su cara. Luego, mil recuerdos al tiempo pasan por su mente, después una imagen repetitiva, una y otra vez, no la deja en paz. Ve de nuevo esa tarde lluviosa. Los dos estaban empapados hasta los huesos. No pudieron encontrar un lugar donde protegerse de la lluvia, y como ya estabam tan mojados que no podían mojarse más, se tomaron de la mano y empezaron a correr, hacia ninguna parte, hacia donde fuera, daba igual mientras estuvieran juntos. Ella no recuerda por cuanto tiempo corrieron pero por estar a su lado el tiempo no importaba. Sentía que él era todo para ella, que mientras estuviera en sus brazos estaría segura de cualquier peligro, mientras sintiera el calor de su mano apretando la suya el frío de afuera no importaba.

De pronto se detuvieron en seco. La miró a los ojos. Le dio un abrazo. Y después, se fue sin dar ninguna explicación, sin mirar atrás, sin despedirse. Sólo avanzaba hacia delante y cada paso que se alejaba de ella, ella sentía alejarse un poco más su esperanza. Mientas algo de él se iba, algo de ella lo seguía. Y así se fue volviendo pedazos, hasta que estaba tan fragmentada que ni ella misma se reconocía. Empezó a sentir un frío intenso, profundo, como si fuera un frío incurable de abandono. Se sentó en la acera. Tenía el pelo realmente mojado, lo tocaba y sentía como el agua escurría a chorros. Después la primera lágrima rodó por su cara pero trató de convencerse a sí misma de que era una gota más de lluvia de todas las que habían caído. Mucho tiempo más tarde, cuando aceptó que estaba llorando, que estaba llorando de amor, se levantó de donde estaba sentada y empezó a caminar hacia su casa. Cuando llegó, no le importó ni secarse, ni cambiarse de ropa, solo sentarse en una esquina a seguir llorando. Se quedó dormida, y cuando se despertó fue a buscar la caja de chocolates que había guardado en el closet hace mucho tiempo cuando se la regalaron pero no había comido porque no quería romper su dieta.

Ahora tenía en sus manos el último de los chocolates. Lo miró de nuevo, se lo llevó a la boca despacio. El sabor era dulce, suave, cremoso, era el sabor perfecto para aliviar el alma. Lo masticó muy despacio. Lo disfrutó lentamente. Cuando sólo quedaba la almendra hizo lo mismo. Ese fue su último chocolate.

No se dio cuenta en qué momento alguien entró a su cuarto, avanzando con pasos callados para no ser descubierto. Igual, ella estaba muy concentrada comiendo chocolate. Pero cuando lo terminó, levantó la vista. Alguien estaba sentado en su cama, observándola sin que lo hubiera notado. Ya llevava un buen rato ahí, sólo mirándola de arriba abajo, analizándola, pero más que eso, admirándola, recordándola, amándola sobre todo. Cuando lo miró a los ojos, los reconoció inmediatamente.

Estás muy bonita, más que nunca, le dijo.

Tuesday, June 06, 2006

Ahí estamos. No estamos todas las que somos ni tampoco somos las que fuimos. Ahora ya ni siquiera sé si todavía somos, o más bien son, o soy yo sola. Recuerdo los muchos pero lejanos momentos que vivimos juntas y los recientes que viví sin ellas. Los primeros parecen como recuerdos difuminados, pero más que eso, sueños de esos tan reales que cuando uno se despierta los convierte en recuerdos. Los segundos, más que recuerdos son realidades, cosas tan cotidianas que como pasaron ayer, pasarán mañana entonces no hace gran diferencia recordarlos.

Y bueno, que pasa cuando volvemos a vernos pero no nos vemos, vemos a otras porque no somos las mismas. Entonces, como saber si caos es caos vestida de negro con esos mechones rojos-anarnajados, si cata es catita como mi hermano la llamaba hace unos años cuando ya ni habla como hablaba ella, si nati es nati, la chiquita del curso o si ya creció sin que yo me diera cuanta, si cata es cata, mi compañera de juegos de infancia con sus nuevo corte de pelo, mechón en la cara y piercing en la nariz. ¿Cómo lograr reconocerlas a ellas, aceptar que son las de los recuerdos que veo en las noches si no puedo ni reconocerme a mí misma y aceptar que soy la de los recuerdos archivados de una niña que jugaba con muñecas?

Yo soy tan distinta, he aprendido tanto, he cambiado tanto, he madurado tanto, he descubierto tantas cosas y desechado otras que hasta se podría decir que ya no soy yo. Y ellas ni se diga, parecen personas completamente diferentes a mis compañeras de curso, con nuevos intereses, nuevas prioridades, nuevas formas de hablar y de vestir y hasta mucho más altas. También podría decirse que ellas no son ellas. Sin embargo, por un motivo extraño, fuera de lo racional, llamémolo corazón o cotidianidad recordada, nos reconocimos, hablamos aunque no hubiera tema, nos escuchamos como lo hacíamos siempre, pero por primera vez lo que cada una decía era realmente extraño, impredecible y nuevo para las otras. Entonces, tal vez sí queda algo de mí en mí y algo de ellas en ellas para pudieramos por unas horas viajar en una cápsula del tiempo y tratar de revivir el pasado muerto. O tal vez no queda nada, tal vez es simplemente afecto.

Monday, May 29, 2006

Y ahora tendremos Uribe pa´rato

Bueno, ayer el candidato presidente Álvaro Uribe ganó la releelección con un ámplio márgen de votación. Esto demuestra definitivamente que como he oido decir tantas veces, los pueblos se merecen a sus gobernantes. La verdad estoy un poco triste con lo sucedido. Tengo que confesar que en el fondo guardaba una esperanza de que al menos hubiera segunda vuelta. Pero realmente esto fue anunciado, por más esperanza que tuviera, las posibilidades reales casi no existían.

No sé ni siquiera por qué estoy escribiendo esto, como si hiciera alguna diferencia, como si a alguien le importara. Tal vez, es un último intento de quejarme, de hacer algo. Pero en realidad es solamente un deseo deseperado de liberar con algo ese sentimiento de impotencia que tengo, esas ganas de gritar, de tener el poder de cambiar, esa rabia, esa indignación, esa conciencia de que por más que quiera y por más que trabaje por vivir en un país mejor, no es suficiente conmigo, no está en mis manos.

¿Y ahora qué hago? Tal vez, como me lo dijo alguna de mis amigas, lo sano es que actúe como alguien de mi edad, que le de la espalda a la política, eso a quién le importa, eso no es para los jóvenes. Como me dijo mi amiga, dejémosle la política a los políticos, ellos son los que saben. ¿Y qué si yo pienso que no saben? O por lo menos, la gente que los elige no sabe. ¿Sigo dando la espalda? ¿Me preocupo por conseguir un vestido bonito para el prom? Definuitivamente eso es lo que debería hacer, teniendo en cuenta que no puedo hacer nada más pero es que mi terquedad no me lo permite.

¿Entonces qué? ¿Sigo pensando y pensando, dándole vueltas al asunto una y otra vez así no haya nada que hacer al respecto? En realidad no sé, no tengo respuesta para ninguna de estas preguntas, sólo tengo cada vez más preguntas sin respuesta.

Friday, May 26, 2006

Para poder ser querida

Para poder ser querida
Haría todo lo que fuera necesario.
Perdería esos kilos que me sobran.
Trataría de ser bonita, me alisaría el pelo:
No volvería a ver nunca mis salvajes crespos.

Para poder ser querida
Me vestiría como todos
Usaría siempre jeans y camiseta
No esas faldas gitanas de colores brillantes
O los collares gigantes
Que parecen de otro planeta.

Para poder ser querida
Me volvería una persona realista.
Pensaría en cosas importantes
En vez de leer poesía.

Para poder ser querida
Sería una persona normal,
Pensaría como hay que pensar
Diría lo que hay que decir,
Iría a donde todos van.

Para poder ser querida
Estudiaría matemáticas
Pensaría en los negocios
En algo útil que hacer con mi vida
Botaría a la basura las mil libretas que tengo
Llenas de de poemas, de sueños y de cuentos.

Para poder ser querida
Dejaría de soñar con cosas imposibles
Aceptaría que los príncipes azules no existen,
Dejaría mi obsesión con los cuentos de hadas
Entendería que la vida es dura
Que el amor perfecto de las princesas encantadas
No tiene lugar en este mundo globalizado
Donde las fantasías son de tontos, perdedores o escritores
Donde los sueños que se realizan
Son de un olvidado, legendario pasado.
Donde los sueños son sólo sueños
Tan intrascendentes que es inútil hasta soñarlos.

Y los versos no son ni versos
Están perdidos en la memoria.
Para poder ser querida
Dejaría de cortar flores, de mirar atardeceres

Para poder ser querida
Haría todas estas cosas
Y tal vez, sería querida
Pero en realidad nunca lo sería
Porque ya no sería yo.
¿Dónde está la franja amarilla?
fragmento del ensayo de William Ospina

Yo sueño un país que esté unido física y espiritualmente con los demás países de la América del Sur. Que un grupo de jóvenes venezolanos o colombianos pueda tomar el tren en Caracas o en Bogotá y viajar, si así lo quieren, hasta los confines de Buenos Aires. En un mundo donde se hacen autopistas de isla en isla, no ha de ser imposible tender ese camino de unidad entre naciones hermanas. Yo sueño un país que cuando hable de desarrollo hable de desarrollo para todos, y no a expensas del planeta sino pensando también en el mundo que habitarán las generaciones futuras; que cuando hable de industria nacional sepa recordar, como Gaitán, que industria son por igual los empresarios, los trabajadores y los consumidores. Yo sueño un país consciente de sus tierras, de sus árboles, de sus mares y de sus criaturas, donde hablar de economía sea hablar de cómo vive el último de los hijos de la república. Yo sueño un país donde sea imposible que haya gentes durmiendo bajo los puentes o comiendo basuras en las calles. Yo sueño un país cuya moneda pueda mostrarse y negociarse en cualquier lugar del planeta. Yo sueño un país que gane medallas en los Juegos Olímpicos. Yo sueño un país de pueblos y ciudades hermosos y dignos, donde los que tengan más sientan el orgullo y la tranquilidad de saber que los otros viven dignamente. Yo sueño un país inteligente, es decir, un país donde cada quien sepa que todos necesitamos de todos, que la noche nos puede sorprender en cualquier parte, que el carro se nos puede varar en las altas carreteras solitarias, y que por ello es bueno que nos esforcemos por sembrar amistad y no resentimiento. Yo sueño un país donde un indio pueda no sólo ser indio con orgullo, sino que superando esta época en que se lo quiere educar en los errores de la civilización europea aprendamos con respeto su saber profundo de armonía con el cosmos y de conservación de la naturaleza. Yo sueño un país donde tantos talentosos artistas, músicos y danzantes, actores y poetas, pintores y contadores de historias, dejen de ser figuras pintorescas y marginales, y se conviertan en voceros orgullosos de una nación, en los creadores de sus tradiciones. Todo eso sólo requiere la apasionada y festiva construcción de vínculos sinceros y valerosos. Y hay una pregunta que nos está haciendo la historia: ahora que el rojo y el azul han dejado de ser un camino, ¿dónde está la franja amarilla?