Este es un cadaver exquisito que hicimos Andrés, Juli y yo.
Cadaver exquisito
Al calor del vino los que se han olvidado se reconocen entre sí.
Al final, sólo existían los ojos, las miradas que se volvían una sola y difuminaban los límites hasta que eran irrelevantes.
Entonces, cuando los relámpagos empezaban a bailar en el telón de fondo de mi ventana supe que esto no es más que una cueva oscura, y que las estrellas y la luz son sólo trazos de algo desconocido que nos está prohibido.