Monday, March 19, 2007


Sola con tu hueco


No puedo recordar

en qué pensaba antes de pensarte

ni qué veía mientras caminaba

sola por la calle.


No sé tampoco

qué llenaba mi silencio.

Pues ahora solo tú lo habitas,

pero ¿quién lo ocupaba antes de tí?


A qué me dedicaba

cuando tú no estabas,

en qué gastaba mis horas,

de qué conversaba con mi almohada.


Qué hacía cuando no te traía aquí

de tanto recordarte,

cuando no te sentía así,

cuando no se me iba el tiempo en amarte.


Quién limitaba conmigo.

Quién se difundía con mis fronteras antes.

Quién se hacía parte de mí

por sentirlo siempre, a cada instante.


Quisiera saber qué había

en el vacío que dejaste.

Estaba vacío y yo no sabía

o te abriste tu espacio a codazos

en mi adentro.


Pudo haber sido para ocuparlo

pero fue para dejarlo luego,

para irte

sin que yo pudiera seguirte

y dejar el hueco abierto,

para dejarme aquí pensando

de qué podría llenarlo,

para dejarme sola con tu hueco.


Trato de recordar

qué había en mí cuando tú no existías,

en qué pensaba yo,

qué ocupaba mis días.


Necesito recordarlo.

Recuperarlo.

Pensar en eso.

Hacer eso

a ver si logro estar viva sin tí,

derramar algo en mi cuerpo.

A ver si logro decir por fin

que he llenado tu hueco.

Mañana


Llevo tantos años viviendo mañana

a partir de promesas de ayer.

Llevo tantos años asomada a la ventana

buscando algo que nunca ha venido.

pero siento que va a volver.


Por qué será que existo mañana

así vea mi cuerpo hoy.

Mañana empiezo.

Mañana seguro habrá tiempo.

Mañana seré valiente.

Mañana prometo no caerme.

Mañana sí seré fuerte.

Mañana lograré buscarte

o encontrarme.

Mañana alzaré la frente.

¿Por qué será que mañana acapara mi presente?


Hoy no pude.

No es que no pueda.

Claro que puedo.

Tengo todo el día mañana.


Un día es mucho tiempo:

suficiente para dar un paso

y así, todos los días después de mañana

serán como los he soñado.


Me acuesto hoy con la ilusión de despertar mañana.

Al otro día descubro sorprendida,

justo al abrir los ojos,

que es hoy todavía:

acabo de aplazarme otra vez,

acabo de postergar mi vida otro día.




Sunday, March 18, 2007


Un centímetro después de la piel


Las cosas que se dan,

se conservan para siempre.

Las que se dejan ir

no se van.

Siempre vuelven.


Dar sin esperar es vivir por alguien.

Olvidarse.

Abandonar por un segundo el egoísmo.

Pensar por un instante

que no somos lo único existente,

que hay algo más allá de nuestras fronteras,

de nosotros.


Allá, a lo lejos, está el mundo,

está la vida,

están los otros.


Allá, un centímetro después de la piel,

todo vuelve a nacer,

se desenmascara,

se deja ver como es.

Solo hay que dar un paso

o un salto.

Tomar vacaciones de esta piel.

fusionarse con el cielo azul.


Allá, justo al salir de mí,

estás tú.

Saturday, March 03, 2007

Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas.

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj
Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan (no lo saben, lo terrible es que no lo saben), te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de tí mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obseción de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comprar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.
Instrucciones para dar cuerda al reloj
Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Un par de alas


Digo una palabra.

Digo otra.

Hablo con el alma.

Cuento una historia.


Vivo de repente.

Simplemente

entre mis poemas y mi gente.

Despierto como si no hubiera dormido,

como si siempre hubiera sido,

como si ciega no hubiera estado,

como si hubiera existido sin haber soñado.


Despierto y nazco de nuevo.

Despierto y descubro mi secreto.

Descubro que vivo para romper el silencio,

que no respiro aire sino versos.

Descubro que yo misma soy un cuento.

Descubro que no existo sino siento.


Despierto, entiendo, reacciono.

Soy un poema.

La realidad se me vuela.

No importa si me desvanezco en un sueño,

si me caigo por mirar al cielo.

Solo importan mis palabras

pues vivo porque escribo.

Escribo y persigo un par de alas.

Preguntas para el azar


¿Será que nos debemos

un duelo de otro tiempo?

¿Será que entre usted y yo

todavía está escondido un secreto?

¿Será que lo ofendí un día

y no me acuerdo?


Dígame, por favor, que le he hecho.

Dígame por qué me pone trampas,

por qué cuando hay cosas

que pueden o no pasar,

a mí me pasan.


Quiero saber qué le debo.

Yo pago lo que sea necesario.

Hago lo que me pida

pero juegue de mi lado de vez en cuando.

Déjeme respirar un poco.

No me siga cuando no lo llamo.


Sería bonito si a veces me ayudara,

contribuyera a alegrar mi día.

Pero si no, yo me conformo

con que no me ataque,

con que no apunte hacia mi vida.

¿Estaría bien azar?

¿Podríamos llegar a un acuerdo de paz?

Leo en voz alta


Leo en voz alta

para matar el silencio,

para sentirme acompañada,

para recordarme que aquí estoy a pesar de todo,

que no me ido,

que soy yo y estoy conmigo.


Leo en voz alta

para no oir mis secretos,

mis angustias,

mis anhelos.


Leo en voz alta sobre todo,

para no oir mis pensamientos,

para no dejarme atormentar por ellos,

para no enloquecerme,

si les creo,

para no dejar que me confundan,

para tranquilizarme,

para que ellos no alimenten

mi rabia ni mi tristeza

para que no me obliguen a hacer algo

de lo que después me arrepienta.


Leo en voz alta

para quedarme sentada,

para no salir corriendo.

Irme.

Aunque no quisiera hacerlo,

leo en voz alta porque es más conveniente,

oir mi voz que oirme.