Wednesday, June 13, 2007


Café del Sol

Entro a Café del Sol y no quisiera volver a salir nunca,
Quisiera quedarme sola con mis nostalgias,
A la luz de las velas,
Acogida por la penumbra,
Al calor de la música
Que me recuerda mis historias y las historias que he inventado,
Al calor de los sueños que soñé
Y también de los cuentos que alguna vez me contaron.

Quisiera quedarme aquí,
Protegida por la certeza de no ser nadie,
De poder sentarme a tomar un café
Y leer para escaparme,
Y no responder preguntas
Y no oír voces conocidas
Y saber que nadie sabe dónde estoy
y que tampoco van a buscarme.

Nada como la certeza de haber escapado del mundo por un rato,
De haber escapado de lo que tengo que ser,
De las cosas que debo decir o lo que debo pensar,
De las conversaciones monótonas,
De las preguntas y respuestas predecibles,
De las ganas de salir corriendo para no regresar,
De mí misma.

Nada me tranquiliza tanto como dejar de ser María
Y ser una niña cualquiera que sale de un recital de poesía y tango,
Cruza la calle,
Entra a Café del Sol
Y pide un capuccino
Que se toma despacio
Mientras lee un libro viejo de algún escritor cubano,
Levanta los ojos de vez en cuando
Para tomar otro sorbo,
Mirar hacia todos lados y hacia ninguna parte,
Observar las botellas
Cuidadosamente acomodadas en un estante bajo la luz roja,
Mirar después el letrero de Café del Sol,
Volver los ojos al capuccino
Para que desemboquen en el libro otra vez.

Quisiera que Café del Sol se volviera mi universo,
Quisiera que el mundo entero se redijera a un espacio alargado,
No más de cuatro metros cuadrados y un pasillo,
Cinco mesas acomodadas al azar,
Una vela en cada una,
Unos espejos sin propósito aparente,
Varias botellas repartidas en las paredes,
Y algunas personas conversando en las mesas,
Otras con los ojos fijos más allá del horizonte,
Otras ojeando libros o escribiendo cartas,
Otras tarareando la música de fondo.

¿Por qué había de necesitar el mundo algo más que eso?
¿Para qué aumentar las posibilidades cuando en éste café está el número perfecto?
Son muchas pero no demasiadas para dejar entrar el miedo.
Son suficientes para sentirme libre
Pero no tantas para sentirme atrapada al descubrir que todo es posible
Pero yo no elijo nada.

Cada vez que entro a Café del Sol,
Tengo el impulso de quedarme ahí para siempre.
Siento que el tiempo no corre,
Que cada instante es eterno,
Que no hay motivos para apurarse
Y todo fluye.

Entonces algo de Café del Sol y miro el reloj.
He estado ahí veinte minutos.
Pero ya nací otra vez.
Ya puedo volver a ser yo.
Ya puedo volver a vivir después de haberme abandonado un rato
Mientras una niña desconocida se tomaba un café.











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