que el mundo es bello
todavía
que las estrellas siguen allá afuera
que el infinito se desliza
sobre las cumbres de las montañas
y salta de una a otra
anónimo
perdido en la noche espesa
trepando a las copas de los árboles
observado sólo
por las estrellas impasibles:
testigos desde siempre y para siempre
en una paz enorme por eterna
reveladora por tanto silencio
por tantos secretos
por tantos abismos
y por tan pocas palabras
Afortunados aquellos
que no tienen palabras
para lamentar sus desastres cotidianos
sus tragedias de peso
sus desgracias de alfiler
que los amarran como cuerdas
y son su prisión improvisada
Afortunados
afortunados los que se arman de silencio
para ver más allá de sus ventanas
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