Flechazos
Ya no es tiempo de creer en flechazos
Es tarde y hasta la noche olvida sus presagios
y el errante Cupido
niño ciego
ya no se divierte con sus travesuras
sólo se siente torpe
jugando con unas armas
pesadas para sus brazos
imprecisas para sus dedos
y añora unos juguetes nuevos
ya quiere jugar a otra cosa
le duele la espalda
y hace siglos que se aburre
dando los mismos golpes
Ha crecido
y se imagina a veces participando en el juego
como aquellos mortales indefensos
pero se arrepiente:
lo conoce tan bien
que lo sabe perdido de antemano
sabe que los flechazos
se equivocan
(como es apenas normal con tales instrumentos)
sabe
que a sus ataques asimétricos
más vale esquivarlos con destreza
ahogarlos oportunamente
no dejar que el veneno se reparta
para seguir viviendo
en paz
sin melodramas
Apolo y Dafne se quedaron anacrónicos
en estos tiempos
son otras las heridas
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