Thursday, September 21, 2006

Monólogo de una pluma de plata

Esto es lo primero que escribo con mi pluma de plata. Desde hace mucho tiempo había estado en mi escritorio, la veía todos los días, me tentaba a escribir algún poema con ella, pero no era capaz. La cogía, alistaba el papel, pero volvía a ponerla en su sitio. Esa pluma significa tanto para mí, que me daba miedo usarla, dañarla, quitarle algo de su magia.

Pero hoy me decidí. Sólo quiero estrenarla. Sólo quiero sentirla deslizarse libre por el papel. Por una vez, quiero que mi pluma escriba sola, que diga lo que ella tiene que decirle al mundo, mejor dicho, lo que quiere decir mi mano sin consultarle a mi cabeza; sin preguntarse si esto será bueno o será basura, sin querer gustarle a nadie, mostrar los pensamientos aterrizados, cuerdos, y correctos que pasan por mi cabeza, o esperar que alguien me diga ¡qué bonito escribes! o ¡tienes futuro! Por eso, sólo quiero que mi pluma escriba sola, ella que es como yo quisiera ser algún día: libre de prejuicios. Por eso, mi pluma es más sabia que yo. Por eso mi pluma si es parte de mundo. Como es. Completo. No del mundo que mi cabeza ha inventado.

Así pues, desde este mismo instante, esto no lo escribe María, lo escribe la pluma de plata.

¿Qué sería del mundo sin los sentimientos encontrados, sin las contradicciones ambulantes, sin los sueños que parecen absurdos y son los más reales, sin las pasiones, sin la gente cuyo motor es hacer algo no por llegar a una meta o lograr reconocimiento sino porque su vida no tiene sentido sin ese algo y el amor que le tienen?

¿Qué sería del mundo sin la magia? Esa que esconde un atardecer, una rosa, o cualquier cosa vista desde el alma ¿Qué sería del mundo sin los amores imposibles? ¿Sin las personas que se conforman con amar sin ser amadas, con entregar simplemente, no por recibir sino por dar? Hay personas que los llaman bobos, pero los que se entregan son lo que viven de verdad. Son los que viven para siempre pues dejan algo de ellos en los corazones que visitan.

¿Qué sería del mundo sin los pocos que se levantan todos los días pensando en alguien que no sabe que existen? Sin embargo, nunca están tristes. Todo lo contrario. Están dichosos por el simple hecho de que alguien perfecto (no porque sea realmente perfecto sino porque ellos lo quieren), alguien a su juicio mágico, viva. Y no sólo eso, sino que ellos hayan tenido el privilegio de verlo pasar o, simplemente la conciencia de que en alguna parte del mundo, no importa cuál, esa persona está empezando un nuevo día.

¿Qué sería del mundo también sin los amores correspondidos, sin las almas gemelas? ¿Sin la gente que ve por los ojos de otro, que respira porque otro está respirando? Sí, aunque parezca loco, eso todavía existe, lo digo yo: una pluma de plata sin prejuicios.

Digo también: ¿Qué sería del mundo sin las familias? ¿Sin las madres y los padres que hacen lo que sea por sus hijos, que les leen cuentos, que se quedan despiertos en la noche esperando a que lleguen, que son sus mejores amigos, que literalmente, entregarían su vida por ellos? ¿Qué tal sin los hermanos que son cómplices y ángeles de la guarda? ¿Sin los primos, tíos, abuelos, sin este ejército enorme de personas incondicionales?
¿Qué sería del mundo sin los amigos? Esos cómplices locos, que cuentan chistes, tocan guitarra o dan buenos consejos, que irían con nosotros hasta el fin del mundo por ser compañeros de risas y de lágrimas?

¿Qué sería del mundo sin la risa? ¿Sin reírse hasta llorar y perder el control de la vida, hasta que esté la noción del tiempo desaparecida? ¿Sin dar una buena carcajada de esas que nos resuenan en el alma, mucho mejor si es tan fuerte que también rompe las ventanas?

¿Qué sería del mundo sin el arte? ¿Sin vivir otra vida al ver una película? ¿Sin sentir la piel erizándose por un buen poema? ¿Sin que una canción se infiltre hasta el último centímetro del cuerpo o un buen cuadro llegue a las fibras del corazón? ¿Qué sería del mundo sin esos sentimientos tan fuertes que se cuelan entre la piel?

Muchas personas dicen que el mundo está cada vez peor, que los seres humanos son malos por naturaleza, que nada tiene sentido porque igual todo vive para morirse algún día. Yo en cambio, digo: ¿qué sería del mundo sin el mundo, sin esos detalles que parecen sencillos y son tan bonitos, tan completos, tan profundos?

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